tag:blogger.com,1999:blog-56996702024154059862024-03-13T23:36:13.183+01:00CUENTOSPIGMEOSEL LUGAR DONDE LOS MICRORRELATOS ENGORDAN
atraídos por la redondez de los alimentos y la viscosidad de las texturas hasta que los pies, agrandados por los lípido, revientan los zapatos, y la superlativa dimensión del vientre, lo convierte en una panza. Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.comBlogger189125tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-106212258911959362021-12-07T16:25:00.004+01:002021-12-07T16:25:34.407+01:00ECOS DE UN LIBRO AUTOEDITADO<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoT7Qp0wBFVE0akd9wTIhw6-atSck6ZkiQz6siqWmGPTjalSiMFKeieRSMW5ijz_yy58XkxNgqThKH61-COnKd-ABhNs0psenoQGcr5231dwJqnR27YuEYU6h_UmHIRHwlr6Sp6Dxy0TM/s2048/HABITACI%25C3%2593N+SIN+BOMBILLAS.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1325" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoT7Qp0wBFVE0akd9wTIhw6-atSck6ZkiQz6siqWmGPTjalSiMFKeieRSMW5ijz_yy58XkxNgqThKH61-COnKd-ABhNs0psenoQGcr5231dwJqnR27YuEYU6h_UmHIRHwlr6Sp6Dxy0TM/w414-h640/HABITACI%25C3%2593N+SIN+BOMBILLAS.jpg" width="414" /></a></div><br /><p>Cuando autoeditas un libro, siempre se ciñe sobre él (o eso creemos los que lo hacemos) una sombra amplia y extensa que suele cuestionar el valor literario de este. </p><p><br /></p><p>Conseguir que, sin tener editorial detrás, se interesen por él, y más cuando (como resultado) se le hace una reseña positiva resulta un buen espaldarazo para los desconfiados. </p><p><br /></p><p>Incluso para uno mismo. </p><p><br /></p><p>Aquí os dejo la reseña:</p><p style="text-align: center;"><a href="https://anikaentrelibros.com/habitacion-sin-bombillas-y-otros-relatos" target="_blank"><span style="font-size: x-large;">RESEÑA DEL LIBRO </span></a></p><p style="text-align: center;"><a href="https://anikaentrelibros.com/habitacion-sin-bombillas-y-otros-relatos" target="_blank"><span style="font-size: x-large;">HABITACIÓN SIN BOMBILLAS</span></a></p>Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-4774040280791009152021-01-13T22:30:00.003+01:002021-01-17T08:45:39.934+01:00COSA DE UN NOMBRE (Relato perteneciente al libro Habitación sin bombillas).<p><span style="font-size: medium;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDh4Vnw49cAf_RYtIviNEZtrMDGqchcHxaSpVUgRbXlCG1ubQACljeg3dhhgw4x9wfowN_rHB4nCrbmbKA_29Ab8Y-sbX9imBNCi_XutfFQFKHqzAkn1Dv-OLIhQUe4qU3zIPwCD03qXQ/s512/cafe.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="512" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDh4Vnw49cAf_RYtIviNEZtrMDGqchcHxaSpVUgRbXlCG1ubQACljeg3dhhgw4x9wfowN_rHB4nCrbmbKA_29Ab8Y-sbX9imBNCi_XutfFQFKHqzAkn1Dv-OLIhQUe4qU3zIPwCD03qXQ/w320-h200/cafe.jpg" width="320" /></a></span></div><span style="font-size: medium;"><br /> Disculpe, ¿tiene fuego? Soy un desastre, continuamente dejo
el encendedor en algún sitio lejos de mis bolsillos, y eso que mi madre siempre
decía que uno solo es un hombre cuando no depende de los demás ni para lo más
insignificante. Con su permiso voy a sentarme a su lado. No le importa,
¿verdad?</span><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-size: medium;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing"><span style="font-size: medium;">Sí, he sido yo quien le ha citado. Me gusta la gente
directa. Aunque no lo crea, esa cualidad junto con la puntualidad dice mucho de
la persona. Me llamo Rodrigo. Sospecho por esa mirada que usted ya lo sabe.
Pero bueno. Entiendo que es uno de esos formalismos que se emplean para entrar
en calor. De todas maneras no se preocupe. Ambos somos mayores para andarnos
con ese tipo de falsos protocolos, por lo que intentaré evitarlo y, como usted
ha hecho, también evitaré rodeos que nos alejen de lo importante.</span></p><p class="MsoNoSpacing"><br /></p><div style="text-align: justify; text-indent: 47.2px;"><span face=""roboto" , "arial" , sans-serif" style="background-color: white; color: #222222; font-size: 13px; text-indent: 47.2px;"></span></div><a name='more'></a><span style="font-family: "times new roman" , serif; text-align: justify;"><br /></span><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Le puedo confesar algo?... creo que es curiosa la situación. Ya sabe… que ya nos conociéramos antes de tener la oportunidad de vernos. Pero bueno, a veces las mujeres y sus vidas pueden depararnos sorpresas. Y no crea que estoy ironizando. Mi madre no siempre tenía buen ojo, pero en esta ocasión creo que acertó, pues usted parece un hombre honrado. Además ella le debía querer mucho para asumir los riesgos que asumió.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">De hecho, supongo que lo suyo era una bella historia, de esas que salen en el cine y que llenan las salas con parejas felices comiendo palomitas. Por eso le estaré eternamente agradecido, pues lo que es antes de conocerle, su vida carecía de valor… Entiendo que se lo contó.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">No, no me mire con esa cara. ¿No sabía nada entonces? Pues sí, su vida era un infierno lleno de vejaciones, e incluso, en ocasiones golpes, de esos que quedan tatuados dentro de la piel, donde se esconde el alma. Eso sí, un infierno silencioso, pues luego siempre la veías con una sonrisa de oreja a oreja. Ahora me pregunto si esa sonrisa era una especie de flotador que le impedía hundirse o una simple impostura de quien tiene que guardar las formas para evitar el qué dirán. Pero ya ve, en la soledad de sus cuatro paredes, la mueca se le torcía... y tanto que se le torcía. Me cuesta creer que no hablaran de sus problemas. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">No, no mire el reloj, no le voy a robar mucho más tiempo, pero me parece justo dejar todo hablado y luego usted se va por su lado y yo por el mío. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Por dónde iba?... Ah ya, ¿alguna vez le preguntó que de qué eran las ojeras que tenía? Seguro que no, que estaba tan ilusionado que la sangre le impedía atar cabos… Por no hablar de las magulladuras. No me dirá que no las vio. En fin, tampoco es usted el principal responsable, pues el que se las causaba era otro. Tal vez mamá quería protegerle, o tal vez lo hizo para no asustarle, por eso de que continuaran viéndose, pues sé que lo suyo era de verdad. Se le notaba en los ojos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Que de qué quería protegerle? Me sorprende que a estas alturas todavía no lo sepa. Pues del viejo, de qué va a ser. Puede que tuviera miedo de un posible enfrentamiento del que salieran mal parados ambos, o qué sé yo. Conociendo al viejo, nada me parece imposible. Tiene la sangre caliente. Ya sabe, es de esos que tras explotar, preguntan. De todas formas, viéndolo desde otro ángulo, usted puede darle las gracias a ese bastardo, si no ¿de qué se hubieran conocido? No es que yo ponga en duda su capacidad de seducción, pero creo que mi madre era por naturaleza fiel. Además, cuando vives con un animal de esas características, cualquier persona puede acercarte un pedacito de cielo. Y supongo que en este caso usted era esa vía de escape.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Cómo? ¿Qué podría haber hecho yo? A estas alturas, supongo que es fácil opinar, pero yo no estoy seguro de que un acercamiento mío hubiera evitado todo lo ocurrido. Aunque me arrepentiré lo que resta de vida de no haberlo intentado, pues en más de una ocasión estuve a punto de hacerlo y advertirle, para que usted tomara cartas en el asunto.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿A qué me refiero? No se haga el tonto. Un par de llamadas a alguno de los que para en el Chivito, más lo que usted gana en un día y el prenda estaría muerto. Sin embargo, ahora, el único cadáver es el de mi madre. Ya ve, la pobre. ¿Y sabe cómo murió? ¿No se habrá creído usted lo del suicidio, no? ¿O cree que ella es de esas que se lanza al vacío por cuatro problemas? Si es así, ya le digo yo que no. Las crónicas siempre van a lo fácil y aunque estaba rota por dentro, sospecho que se aferraba a la vida y más desde que le conoció. La verdad, viéndole ahora, y escuchando las preguntas que me hace, no se ofenda, pero desconozco los alicientes que tenía para quererle, aunque es indudable que deseaba seguir viviendo. Eso un hijo lo sabe, igual que cualquiera reconoce el estado de ánimo de una madre solo por su voz.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">No, no se vaya, todavía no. Además ahora llega lo importante. Mi madre está muerta porque esa tarde se lo contó todo. Pues si es por mi padre no se entera en la vida. Él, entre el trabajo, sus partidas de dominó, los vinitos y las vejaciones... no se enteraba de más. Pero mi madre, la pobre… Imagino que querría dejarle. Qué temeraria, ¿no cree? Pero así era ella, a pesar de su miedo, se dejaba guiar por su ingenuidad.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">¿Que por qué se lo cuento tras cuatro meses? Pues es muy sencillo. Yo hablo ahora y usted escucha atentamente gracias a mi difunta madre, que mencionó su relación pero nunca dio su nombre. Desde entonces mi padre está muy nervioso. Con decirle que no se separa de su revólver. Y si se enterara de su nombre ya sabe a quién llenaría de plomo. No, no… No mire por la ventana, que no va a aparecer.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Diga algo. Pestañee por lo menos. ¿Se ha quedado mudo? No se inquiete, que todo tiene arreglo. En lo que a mí se refiere o me voy o doy pasaporte al muy cabrón, que por cierto, está deseando dárselo a usted. Y como tampoco quiero pasar lo que resta de mi juventud a la sombra, prefiero irme. Eso sí, sin dinero lo de emigrar es complicado. Mientras usted tenga presente que la riqueza puede comprar la muerte de otros, pero una cartera nunca para balas. Con mi desaparición se va su secreto, y muerto el perro…<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Deje de temblar hombre, que parece que está viendo a la pelona. Y suelte la billetera que me va a terminar ofendiendo… A ver cuánto dinero lleva encima. No me diga que su vida cuesta tan poco. Multiplique esa cifra por mil y coja ahora la servilleta que tengo en la mano, en ella está apuntado el número de cuenta para que haga la transferencia antes de que termine la mañana, y recuerde Don Enrique, que si todo se hace según lo previsto, mi padre no tiene por qué saber su nombre.</span></p>Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-6954284221404761432020-10-08T17:33:00.002+02:002020-10-08T17:33:29.540+02:00ENFRENTE (Ganador del VIII Concurso de Relatos Rafael Mir, 2020)<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;">Imagínate cruzando el paso de peatones en esa calle
aledaña al hospital. Un tipo tira una colilla al suelo. ¿Ves cómo da saltitos?
Parece un errante meteorito. Pide un deseo: invocas al karma. Que la mala
suerte haga justicia. Cuando levantas la cabeza para decir algo al viandante, te
sorprende una papelera reventada. Ante la mierda esparcida, te enciendes por
dentro. Todo a tu alrededor es mierda y más mierda. El poco civismo que nos
quedaba ahora campa a sus anchas a la vista de todos. Recuerdas otras fechas,
otros años, en los que las revueltas, gentes en la calle y adoquines del revés,
anunciaba algo grande. Desde la toma de la Bastilla hasta la marcha sobre
Washington. El poder de las personas hartas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;">El señor de verde parpadea, como si todavía
tuviéramos tiempo, pero la civilización lleva décadas caminando hacia atrás.
Apresuras el paso. ¿Y ese energúmeno pitando? No entres en discusiones. No
compensa gastar saliva. Míralo. ¿No te da pena? Es el tipo de homínido con
carnet de conducir y bigote que solo necesita una chacha y a la guardia
civil. Los nostálgicos del gris crecen como setas y el mundo a lo suyo, en plan
cangrejo. Lo que te diga: un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Moon Walker</i>
que dura años. ¿Qué sientes ante la decadencia de los barrios? ¿Qué te parece
que la asepsia del hospital exista a las puertas de tanta mierda? ¿Y el sonido?
¿Qué opinas de la necedad del que más grita? Decides comerte las palabras, tan
vulgares cuando se apoltronan de esa forma a las puertas de tu boca. ¿Qué vas a
opinar, si a la propia universidad solo asisten trepas? Das pasos decididos,
aprovechando una cólera que sopla a favor. Mientras, recuerdas el exceso.
Estudiantes arañando puntos. Niñas de diecinueve, veinte… adecentadas con la
ropa justa, para hacer de su visita, un pretexto. La intención siempre está
ahí. Un aprobado fácil, alguien a quien señalar en la próxima revolución
femenina. A esta llegan tarde. El <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Me too</i>
les coge con el cuerpo pidiendo salsa. Suena a la historia de siempre,
catedrático. ¿No crees? Siempre son otros los culpables de tus pasos. Pero
ahora no estás en esa calle mugrienta en la que te encuentras. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;">Qué cómoda es la memoria, ¿no? Ahora eres el
tendero, en tu despacho. Un profesor joven, mirando y remirando el anzuelo como
Piolín veía un dulce gatito. Pero por viejo ya no picas a la primera, ni a la
segunda, aunque la voluptuosidad de Mercedes, y esa tímida forma de tocar con
los nudillos en la puerta, no resistan tanto acto de constricción. Recuerdas la
cuarta. Esa fue la vencida. Siempre hay una vencida, cuando los despachos son
tan anchos. Ella misma cerró la puerta. Tú por el contrario, abriste el
paquete. Esos pechos jóvenes, ¿cómo los añoras ahora, eh?, tan tersos pese a
sus dimensiones. Indemnes a una gravedad que no se conoce, cuando todo es
ligero y ella rubia. Pero las nuevas sociedades son así. Mercantilismo del
rápido. Cuerpos de comer y tirar pensaste tú. Tirar, tiraste de ella hacia ti.
¿Recuerdas? Goloso acto de posesión. Esquivas la mierda con cara de asco. La
imagen de Mercedes, entonces, ahora Merche, recorre tu cerebro y baja como
cuerpo muerto por la médula hasta provocar una ligera erección. ¿Qué sucede
ahí, entre las bragas de Merche, para que la ética sea secundaria? Un soplido.
¿Eso es todo lo que se te ocurre? Un soplido que precede esa manera todavía
torpe de chupar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Imagina
ahora que miras al frente. Al fondo están las escaleritas. ¿Cuántas veces las
has subido? ¿Cuántas veces, al bajarlas, creíste que sería la última?¿Cuántas
veces más podrás hacerlo? Eso ahora no te preocupa, ¿verdad? Ya estáis en el
recinto, y a tu alrededor, se ven restos de las inmundas costumbres de los
ciudadanos. Consumir y tirar mierda por doquier. ¿Cómo hemos vencido a la
historia si somos tan estúpidos que nos cuesta mantener las mínimas
convenciones sociales? Pero no te haces la pregunta, pues sería muy grotesco
perder el tiempo en esas superfluidades. Y Merche ya no está ahí, en tu cabeza
de gran pensador. ¿Has vuelto al presente? Tu rictus se vuelve a congelar
mirando a esa chiquilla de cuatro años, con su pañuelito a la cabeza, rosa y
morado, y su caminar alegre, sonriente, hablando con una madre, que también
sonríe, aunque sabe que lo de su hija es un plato que nunca pidió ni quiso
comerse.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Ahora
te callas, verdad?, ¿dónde están los pequeños problemas de educación cuando una
niña de esa edad tiene que pasar por ese trance?,¿qué habrá hecho esa niña para
estar en la tesitura en la que se encuentra? Lucía se da la vuelta y te sonríe.
Tú intentas devolverle la sonrisa. No te sale. Su vida se escapa. Ahora es una
niña radiactiva mientras tú resultas un padre ausente. ¿Qué pasa con tantas
horas en el despacho cuando la cuenta atrás se dedica a arrancarle los pelos
sin dolor? Miras su sonrisa. Miras al lugar en el que debía tener cejas. Pero
ya no están. Hace tiempo que no tiene cejas. Tanto tiempo como el que llevas
guareciéndote dentro de Merche. ¿Eso suma o resta a la hora de hacer la
declaración de la renta? Qué coño importa el dinero, profesor de historia,
cuando tu mujer es lo único a lo que puede agarrarse Lucía, pues no entiende
nada y tú no tienes tiempo para explicárselo. "Llegamos tarde", le dices a
Elena y ella cierra los ojos. Tal vez con ellos cerrados no te vea. Tal vez no
sepa que te gustan las tetas blancuzcas de las rubias cuando se saben rasurar
el pubis, pero, al igual que tú, no nació ayer. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Imagina
que tu mujer después los abre, se apresura, mientras le hace una carantoña a
Lucía. Son competencias adquiridas con la edad. Cuidar, soportar y tirar para
adelante. Tal vez alguien hable de ellas. De las heroínas en los tiempos del
consumir, cuando se creía que todo lo habían soportado antaño. Madres, abuelas…
Luchadoras, resignadas. Tal vez ya ni te tenga en cuenta. No tienes ni idea de
lo que pasa por su cabeza. Sabes todo acerca de todas las batallas. Pero la que
está librando ahora tú mujer te resulta completamente desconocida. Casi ni
coincidís si no fuera por las sesiones de quimio, o por los ingresos repentinos
de semanas calmando la fiebre. Semanas ausente. Sin tu mesa de roble sobre la
que darle la vuelta a Merche. Y tu erección se fue, como lejos quedó la papelera
reventada, ahora que subís escaleras camino del hall del hospital.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Imagina
que la pareja que os precede hace un quiebro llamativo. Frente a vosotros
aparece una mujer recién parida, hace dos o tres días. Eso no es tiempo para un
profesor de historia. Bata de cola y zapatillas en los pies. Ahí tienes otra
señal del fin de los tiempos. El racismo es fruto de la ignorancia, piensas. No
vas a llamar la atención a la pareja que esquivó de esa manera tan evidente a
los pobres gitanos por tener comportamientos mezquinos, ¿verdad? Eso sería dar
una segunda bofetada sobre la mejilla ya dolorida a esa madre recién parida.
¿Qué haces tú? Sonríes a la gitana, aunque a tu hija te haya costado tanto y la
saludas, como sueles saludar en todos los sitios. Un niño aprendiendo modales.
Eso es, catedrático todo un gesto, una labor social que dirían otros. Ella os
mira. Mira el pañuelo y luego mira a tu hija. La escruta de arriba abajo
mientras baja escaleras. Luego se gira y le comenta a su pareja, "¡ay mira,
Rufino, qué pena!". Lo hace con el disimulo que no han aprendido a manejar y tu
mujer cierra por segunda vez los ojos. Tú lamentas que sean tan puros como una
revolución cuando se está gestando, sin la estilosa forma que tienen los libros
de contarla guerra siglos después. Todo a granel, como a granel se pesa la
comida en el mercadillo ambulante. Y ese es el momento en el que escuchas a
Rufino, tan gitano como promete el nombre, con esa forma de hablar que entrenan
con los años:"¡Ay mira, si parece toda una pirata!". Con la boca muy abierta,
como abre la boca Merche cuando se lo pides. Y tu mujer sigue andando, como si
no escuchara a un gitano torpe, como si no se oliera un marido infiel, como si
su hija que ahora lleva un pañuelo por cabello, fuera a ser siempre una niña
risueña de cuatro años capaz de concentrar toda su atención.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;">¿Qué te parece la gracia del gitanito? Le miras de
abajo arriba. No te agites profesor, no merece la pena. Cucarachas humanas te
parecen todos con ese cerebro mellado. ¿Qué ha pasado para que ahora los
compares con insectos? Valiente raza chabolista, viviendo y jodiendo con el
dinero de todos. No te enfades, hombre. Podría ser tu hijo si no lo hubieras
postergado tanto. Merche, pese a la juventud de sus padres, es mayor que él. Imagina
que en tu mente no hay ninguna idea. Venga, imagina que eso no acaba de pasar.
Pero tu mano se estira y coges al gitano por el antebrazo, como si estuvieras
en esas escaleras para enseñarle algo importante. Luego das un tirón, con giro
final, escaleras abajo. Llave de judo que quedó en la memoria para aparecer
ahí, en unas escaleras de hospital. Y la mujer, o niña, grita con el bebé en
brazos y tu mujer, porque todavía es tu mujer aunque no se llame Merche, agarra
fuerte a Lucía y corre hacia la recepción del hospital. Y tú, que tantas
batallitas cuentas en tus clases de Historia de las Guerras, te has convertido
en un soldadito inglés alegre, camino del Somme. Y en la entrada unos gitanos,
que no has visto porque tus ojos se clavan en Rufino, acuden a su encuentro. Y
tú sigues pateando a esa rata inmunda, piensas, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">conqueunpiratahijodeputa</i>le dices. Y esas patadas van y vienen, pero
los gitanos al rescate son más rápidos. Y el de seguridad a tu lado intenta
detenerte. Pero ya no eres un hombre racional, cargado de ética y de estética. Mírate,
¿en qué te has convertido? Y las costillas del gitano suenan diferentes al
estómago. Y eso no salvará a tu hija, pero un gitano menos, crees, será bueno
para la sociedad. Al final mírate, pateando con alegría. ¿Dónde están las
clases contando con horror impostado el conflicto entre hutus y tutsis? Patadas en
su cabeza que escuecen en el empeine. Son preguntas para las que no hay tiempo
pues la percusión de la espalda te suena especial. Gitanos que corren a
socorrer a otro gitano. Ratas que se pelean por un trozo de carne. Y el golpear
del <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hooligan </i>que nunca quisiste ser,
parece darte vida. El de seguridad lo intenta de nuevo. Advertir es lo único
posible, ante una horda de gitanos. El dolor lo notarás más tarde. Los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Pikolinos</i> no tienen refuerzo de acero en
la puntera. En algún segundo piensas que tal vez fue él quien, ante el júbilo
de ser padre, pateó la papelera como ahora estás pateándolo tú. Y algo te
golpea en las piernas, y el de seguridad, vapuleado por todos, intenta detener
a los otros, pero no hay forma. Se aparta, hace una llamada con su <i style="mso-bidi-font-style: normal;">walkie talkie.</i>Dentro, desde la
cristalera transparente, tu mujer mira aterrorizada la escena. Cuando dos
disparos, suenan fuertes, como aleteo de palomas mensajeras. ¿Qué pasó en el
Somme, soldado?, ¿te las prometías felices sin saber que una guerra siempre es
una guerra? Y el policía que sale de urgencias, hace una llamada, y alguien
dice que la navaja no, y los gritos de la gitana y el llanto de niños se
mezclan con el silencio, en una rapidez de imágenes que ni una cámara al trote
de un director experimental sabría reproducir. Todo es muy rápido, pero Merche ya
no está encima, y su cuerpo, blanquecino, casi muerto, solo es una ilusión. El
coche de policía aparece en escena, como cuando los buenos son los blancos,
justo en el instante en el que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Kit </i>acudiría
al rescate de Michael Knight. A tu hija la entretiene un celador, pero ella
también quiere mirar. Y el policía te lleva para adentro antes de que los
gitanos hagan cumplir la ley que escriben con sangre. La joven madre abalanzada
sobre Rufino, es lo más parecido a una Piedad que verá en este siglo el
hospital. Y tú, aturdido por el par de golpes y por la velocidad de tu
respuesta, tal vez desmesurada, te dejas arrastrar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Imagina
que te hablan desde el otro lado de la mampara de un coche patrulla, pero no
entiendes tanta palabrería. En shock pero afortunado, así estás. Tal vez
tuviste la suerte de un relevo policial a un preso hospitalizado o a lo mejor
estaban de ronda. ¿Quién sabe? Solo es cuestión de suerte: a veces está y otras
no. Por un momento hueles a pólvora, o lo que crees que es el olor a pólvora,
pues en los libros la verdad está disecada. Luego te inquietas. No sabes por
qué el coche se ha metido en un parking que parece reservado para los gerentes.
Un policía baja mientras sigue hablando a su pechera. ¿Qué sucede, profesor? Tras
la pausa, eterna, entra de nuevo, acelera el coche y tras abrir el portón, pasa
por donde sigue tendido Rufino, ahora con varios médicos atendiéndole de tu
paliza. La marabunta se vuelve hacia el coche, unas manos golpean el capó, y te
insultan y dicen que <i style="mso-bidi-font-style: normal;">estásmuertohijodelagranputa.</i>
Pero lo que estás es solo, solo detrás de un coche patrulla. Lejos de la cama
en la que tenderán a tu hija para hacerle una broma sencillita, antes de
repasar las constantes, con especial atención a las pupilas. Luego, pinchacito
y análisis de rigor. Estarás lejos de tu mujer, lejos de su cerrar parpados,
que desde que se enteró de la enfermedad de vuestra hija, es como sacar la
cabeza para tomar aire, antes de sumergirse en el lodazal en el que se ha
convertido vuestra existencia. Y como no, estarás lejos de Merche, de la
Merche de culo grande y prieto, cuyo cuerpo, tan de comer y tirar, de verde
que está todavía, hace las delicias de un catedrático que todo lo que sabe de
historia lo desconoce de sí mismo. ¿Qué vas a hacer ahora con tu moral
intachable? Y mientras las preguntas desfiguran un rosto que no para de mirarse
en la mampara protectora que te separa de los dos policías, recuerdas esa
canción de Siniestro Total que decía "<i style="mso-bidi-font-style: normal;">esta
noche el cuerpo me pide comisaría"</i>. Y tienes miedo, porque nunca antes te
has pegado con nadie, porque todo lo que sabes de los conflictos lo leíste en
una enciclopedia y porque el bueno de Rufino, torpe como él solo haciendo
chistes, quedó tendido en el suelo mientras varios médicos intentaban
reanimarlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;"><span style="font-family: "Adobe Garamond Pro","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Imagina
que se muere, o queda tocado y te llevan frente a un juez. ¿Qué le vas a
decir?, ¿por qué le has pegado?, ¿en qué estabas pensando? Tú, que tan bien lo
haces todo, y tan correcto eres depositando la basura en el contenedor correspondiente,
¿te has planteado alguna vez cuestiones que no acusen a los otros? Entérate ya,
catedrático, ahora eres el que está enfrente, en la boca de todos. Una anécdota
disparatada, una historia que saben los más allegados, los de la comisaria, unos
cuantos médicos y una familia de gitanos. ¿Sabes lo que dicen de ti? Y tú, ¿qué
opinas de ti, profesor?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><a name="_GoBack"></a><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 200%;"><o:p> </o:p></span></p>Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-90675009884051026942020-07-28T09:51:00.002+02:002021-01-17T08:46:05.026+01:00INSTRUCCIONES PARA MORIR POR AMOR (Ganador del Relato Monegrino del Concurso de Relatos de Tierra de Monegros 2016)<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: 12pt;">Levántate
tarde. Es un sábado más de julio en el que de manera inusual libras. El
restaurante donde trabajas está siendo reformado. Repasa mentalmente cuando fue
el último fin de semana que tuviste para ti. No lo recordarás. No te preocupes,
tampoco importa. Ponte en funcionamiento, pues ocasiones como esta se presentan
muy rara vez.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRDyCARUFXwyqE5yZrgxcGlzRtBn7D0cGFaB-F_jWu5EQjbzjn1ukYU4cLYbHWOuJQEcmWTf6Ih2ihYenMqSbwSMiyhwfiqBNwvemgINEwvfmqc7P8oU4AXVVvNVfgjBR2Up3oWQauqBU/s1600/bookheart.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="257" data-original-width="400" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRDyCARUFXwyqE5yZrgxcGlzRtBn7D0cGFaB-F_jWu5EQjbzjn1ukYU4cLYbHWOuJQEcmWTf6Ih2ihYenMqSbwSMiyhwfiqBNwvemgINEwvfmqc7P8oU4AXVVvNVfgjBR2Up3oWQauqBU/s400/bookheart.jpg" width="400" /></a></div>
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Coge
el móvil y envía un par de wasaps a los dos amigos que todavía no se han ido de
vacaciones. Luego comprueba que en casa no hay nadie más. Dúchate durante un
buen rato y antes de desayunar líate un <i>cigarrillo</i>.
Piensa que no hay nada como tomar un café con tostadas y hambre atrasada de
siete perros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Mira
el móvil. Ninguno te ha respondido. No le des importancia, ya lo harán. Termina
de vestirte y échate ese desodorante que tanto anuncian en televisión. Eres
demasiado joven para dejar correr la oportunidad de triunfar un fin de semana y
aunque sabes que todo lo que dicen en publicidad es susceptible de ser falso,
nadie ha realizado ningún estudio para desmentirlo y mientras no lo hagan, tú
seguirás utilizando ese desodorante. Luego cálzate, y vuelve al baño para contemplar
esa cara tan bien hecha que te han dado tus padres. Algo bueno tenías que haber
heredado. Coge las llaves de la moto y las de casa y sal por la puerta. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 0px;">
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
</div>
</div>
</div>
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 0px;">
<a name='more'></a><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 24px;"><span style="font-size: large;"></span></span><br /></div>
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"></span><br />
<div style="text-align: center; text-indent: 0px;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Dirígete
al Parque Labordeta. Encontrarás al Negro con sus trapicheos. Interésate por
cómo le va la vida, antes de pillarle una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">piedra</i>.
Dejará caer que como siempre, que su madre le quiere echar de casa, y que no
encuentra curro, que el otro día la policía le paró pero que no llevaba nada…
También mencionará, de pasada, que lo ha dejado con Lola, que estaba cansado de
ella y que todo eso. En ese instante el mundo se detendrá mientras sus labios
siguen moviéndose. Muéstrate empático, asiente a todo lo que te cuente, aunque
no lo escuches. Mientras tanto imagínate al lado de Lola. Menuda mujer. Llevas
media vida detrás de ella, desde que la viste entrar en Segundo C. Parecía que
iba flotando. Pero desde que la conoces esta es la primera vez que parece estar
sin pareja. De vez en cuando mirarás al Negro, y dejarás caer vaguedades
mientras te lías el segundo de la mañana. “¿Lola sola?” sonará en tu cabeza.
“Lola sola” repetirá tu cerebro. Mientras tanto tú hablando con el drogadicto de
su ex. Dale varias caladas, y déjale el resto al pequeño traficante. Vuelve a
mirar el móvil. Tienes varios wasaps. Queda con Luis y Víctor para comer en la
del Mostaza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Llegas
temprano, con una sonrisa de oreja a oreja. Víctor te pregunta qué te pasa. Coméntale
que acabas de ver al Negro, y que te ha mencionado lo de su ruptura con Lola. Verás
cómo se le cambia la cara. Luís ni se inmuta, pero el listo de Víctor seguro
que ha pensado lo mismo que tú. Entre hamburguesas, kétchup y mostaza el primero
os comenta que lleva toda la vida, desde que la conoció en el instituto, detrás
de ella, pero siempre estaba con alguien. Tu corazonada era cierta. Imagínate
al listo de Víctor con Lola. Son el día y la noche. Tienes que hacer algo, no
puede ser que ese buitre se adelante. Tras las hamburguesas y las patatas toca
el postre. Os vais al Presco con las motos a tomar un helado. Cuando llegas, el
otro ya está mandándole un wasap a Lola. Los treinta grados a la sombra obligan
al helado y la actitud impaciente de Víctor invita a partirle la cara. No lo
hagas. Recuerda que es tu amigo desde el colegio y si le has aguantado todos
estos años, aguantarle otros tantos no debiera ser difícil. Mentalmente
justifica su actitud diciéndote que si es así de egoísta es porque es hijo
único. Tómate el helado con calma y deja que Víctor se haga ilusiones. Entre tú
y él no hay color. Y aunque es más lanzado, cuando tú saques la artillería se
va a quedar compuesto y sin ese bellezón. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Antes
de que terminéis de saborear el helado, os dirá que ha quedado con la sureña
para tomar café. Os preguntará si os apuntáis con la misma desidia con la que
tú llamas a tu abuela todos los viernes por la tarde. Luis dirá que no, pero tú
siempre has querido estar con Lola, desayunar con Lola, comer con Lola y
cenarte a Lola. No son momentos para que tires de cortesía y le dejes paso.
Verás un rictus en la cara de Víctor que no conocías. Es una mezcla de sorpresa
y amargura. Dale una palmadita en el hombro, y dile que hace bastante que no la
ves, y que te apetece pasar un rato con ella. Además señala que todavía es una
mujer soltera, o eso creéis, y que por lo tanto no vas a rendirle pleitesía a
nadie. Su cara de extrañeza se tornará en decepción y rabia, pero no te
preocupes, ya se le pasará. Sin que os deis cuenta Luis ya está enfilando la
calle en dirección norte, hacia su casa. Os despedís de él a gritos.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Con
las cartas sobre la mesa, llegáis rápido a la cafetería en la que el listo ha
quedado con la sureña. Durante el camino que recorreréis andando, no
intercambiaréis palabra alguna. Pese a ser buenos amigos, cuando hay una chica
por medio, hay que sacar el sable y batirse como caballeros. Ya allí, ante la
ausencia de Lola ambos os pedís una copa. Víctor un gin-tonic, tan snob como
siempre, y tú te pides una caipiriña, fiel a la tradición. Ves como entra un
grupo de chicas, y tras escrutar cada uno de los veraniegos vestiditos que las
envuelven deseas que tu acompañante se fije en alguna de ellas y se olvide de
Lola. Siempre has sido muy fantasioso, ya lo decía tu madre. Te sobra tiempo
para construir una bonita historia de amor entre la más alta y él, tu amigo
ajeno a todo juega con el mechero. Al cabo de un rato ambos miráis la hora en
el reloj de vuestros móviles. Pasan treinta y seis minutos de la supuesta cita.
Casualmente Lola entra por la puerta con un trapito ceñido a ese cuerpo tan
desprendido en curvas. Pese a su metro cincuenta y cinco, transmite algo mágico
que os cautiva. El camarero le hace un escáner similar al que estáis ejecutando
Víctor y tú. Os levantáis para darle dos besos, y el otro le da tres con la
excusa de que las niñas bonitas vienen con uno de regalo. Levántate y vete a la
barra. Desde allí pregúntale qué quiere. Se pedirá un roncito. Ya en la mesa le
lloverán preguntas. Os contestará con ese tono meloso que tienen las chicas del
sur, dejando que las palabras se mezan entre los algodones de sus agudos, rotos
por ese seseo tan impropio en los zaragozanos. Los dos embobados recorreréis
varias veces la distancia que separa sus labios de sus ojos, empleando todos
los gestos y ademanes que denoten escucha activa. De vez en cuando mírale con
disimulo los pechos. Puede ser primitivo, pero te sale de manera natural y
además denota un interés mayor al de una simple amistad.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Pasadas
dos horas los tres tenéis una cierta chispa producida por el poderoso influjo
del alcohol. El listo introducirá entonces el tema de los festivales. Es su señuelo.
Siempre que quiere ligar lo hace para sorpresa de todos sus amigos, pues solo
habrá ido a un par de ellos en toda su vida. La guapa os señalará que el año
anterior estuvo con el Negro en el Festival de los Monegros, y que se lo
pasaron en grande. El otro, con el afán de protagonismo, la interrumpirá
comentando que no entiende como tiene éxito un festival en medio del desierto.
Es tu oportunidad. Dile a Víctor que es más de pueblo que las boinas. Siendo de
Zaragoza debería estar penado ese tipo de comentarios. Explícale con el mismo
tono condescendiente con el que le hablarías a tu sobrino de cuatro años, que
realmente la zona de los Monegros es árida pero que está lejos de parecerse a
un desierto. Coméntale que de hecho en esa zona puede encontrar agricultura, y
si no se lo cree un día le llevarás de la manita. A Lola parecen divertirle tus
comentarios, pero no te pases pues los excesos generan el efecto contrario.
Tras una pausa él intentará envestirte exponiendo lo ridículo que resultas
cuando te pones pedante. Espétale que confunde conocimiento con pedantería, y
que no hable si no sabe.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span>
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Lleváis
un cuarto de hora con ese tema. De vez en cuando ojeas cómo Lola sigue la
discusión. De momento no parece aburrirse. Entiendes que con las tonterías que
está soltando tu amigo es normal. En ese momento Víctor empezará a divagar con
las temperaturas, que si seguramente sean superiores a las normales, que nadie
puede aguantar pateando sin agua por los Monegros en verano, que por mucho que
trabajes en un restaurante y te nutras de la sabiduría popular agazapado detrás
de una barra, no lo sabes todo... Enfádate. Estás cansado que el pijo saque su
superioridad académica a relucir. Llámale patán, y dile que por muy bien que se
le den los estudios, no tiene ni idea de nada, que es tan torpe que con
veinticinco sigue viviendo de la paga que le dan sus papás, y que tú has pasado
los veranos de tu infancia en Sariñena y que algo sabrás del clima. Después búscate
disimuladamente en el cristal y comprueba que no estás sonrojado. Sabes que la
afirmación que has hecho no es del todo cierta y que aunque tu padre sea de
Sariñena, apenas habrás invertido un par de quincenas de tu vida, pues la
relación de tu madre con la familia paterna no ha sido nunca la más fluida.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
tema parecerá agotado y de hecho la sureña empezará a bostezar. Consciente de
que hay que echar más leña al fuego Víctor decide plantearte un órdago y te
comenta que tan listo que eres y tan poco desierto que resulta ser los
Monegros, a que no tienes coraje de recorrer una distancia de cincuenta
kilómetros sin agua. Ríete a carcajadas. Muéstrale todos tus dientes, como si
fuera un niño pequeño del que se mofan sus padres. Hazle una carantoña para que
la burla sea más evidente. Te mirará desconcertado, como si no supiera a que
viene esa airada respuesta. Le pondrá precio a la apuesta. Mil euros. Ni te lo
plantees, no estás para esas chiquilladas, ya eres mayorcito. Además aunque no
sea un desierto al uso, calor en esta época hace hasta en Groenlandia. Cuando tienes
clara tu posición Lola apuntillará que le parece muy buena idea, y que le excitan
los chicos que los tienen bien puestos. El comentario ha sido como un soplido
sobre tu castillo de naipes. Se derrumbarán todas tus certezas y aunque en un
principio creerás que tal vez la chica sea más infantil de lo que te creías,
pronto dejarás paso a una realidad más rotunda: “sea lo que sea, está muy buena”.
Te pararás un segundo y colearán las dudas: “A lo mejor el Negro con todas sus
cosas de pequeño <i style="mso-bidi-font-style: normal;">diler</i> de barrio
tiene más sentido que Víctor y tú juntos. O a lo mejor no, pues una Lola como
premio final es mucho más que mil euros”. Acepta la apuesta, pero no te
precipites, hazte de rogar con el mítico: “no me vuelvas a decir eso Lola o me
lanzo al ruedo”.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Tras
veinte minutos de entretenida divagación ya estáis buscando en internet una
ruta posible. Cuanto bien han hecho los móviles- comentas. Arrepiéntete más
tarde de la afirmación, pues pese a los avances tecnológicos no localizáis un
sendero con las características que estabais buscando. Mientras en la copa se
derriten los últimos hielos que han servido de aliados en vuestra obstinada
lucha por terminar con el alcohol de ese lugar. Lola planteará abandonar el
local, para ir a dar una vuelta. Os miráis ambos, y afirmáis sin dudarlo. Si
Lola pide algo, ya estáis tardando. En la calle Víctor sugiere alternativas para
el reto, Lola mantiene un juego entre sus piececillos y los adoquines, y tú te
lías el tercero del día y primero de la tarde. A Lola se le ha ocurrido una
idea que comenta en alto -buscad rutas de bicicleta, a lo mejor encontráis
algo. A veces resulta tan certera como tu madre cuanto te planteaba
alternativas inteligentes ante las enconadas discusiones que mantenías con tu
hermana. Media hora después, sentados sobre un banco, ya habéis decidido el
recorrido. Te llevarán a Villanueva de Sigena donde emprenderás el camino hasta
Valfarta y de allí paralelo a autonómicas irás a Castejón de Monegros, donde te
estarán esperando tus amigos, con mil euros en el bolsillo y una sureña
afincada en Zaragoza, abrumada ante tanta hombría.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Ahora
solo queda negociar los pormenores. Comenta que el dinero tiene que estar a
buen recaudo, para que nadie se eche atrás. Decidís llamar a Luis para hacerle
partícipe, pues a los tres os parece bien que él haga de árbitro. Tras
contactarle os reunís en La Gramola. Entre una cosa y otra ya son las nueve de
la tarde. Aprovechando el cambio de rumbo Lola os dice que se tiene que
marchar, que ha quedado a las nueve con un amigo y que ya llega tarde. Te cae
como un jarro de agua fría, pero lejos de venirte abajo le comentas que la
quieres ver mañana madrugando para que sea testigo de tu hazaña por ese gran
desierto que esconde Aragón. Conseguirás arrancarle una sonrisa, ante la
impávida mirada de Víctor que debe estar rumiando sobre el posible competidor
por el que os abandona. Establece la hora y el lugar en la que la recogeréis
pues conoces a Lola y una sonrisa no es garantía de nada. Al final, tras tanta
insistencia accederá a acompañaros. Quedáis en pasaros a las ocho por su casa. Tras
despediros de ella permaneceréis un rato callados. Te das cuenta de que a
Víctor le han echado el mismo jarro de agua fría, y los dos podríais estar
tiritando, pero vuestra condición de “machotes” os impide lamentaros. En tu
interior eres consciente de que nada está perdido y depende del buen papel en
la apuesta que termines conquistando a ese amor platónico del instituto.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Al
poco de irse Lola con el desconocido aparece Luis, que con tono guasón te
empieza a hacer preguntas sobre el reto. Tras el vacile pertinente cerráis la
apuesta. Aunque en un principio la idea es que vayas con una botella de agua,
declina esa posibilidad, pues cuando se hace algo se hace a lo grande y tus
ganas de impresionar sugerirán que solo lleves lo puesto, que para algo has
dicho que eso ni es un desierto ni es nada. El dinero, los dos mil euros, los
llevará Luis en un sobre, y se los dará al ganador. Serás tú si completas el
recorrido sin llamarles por teléfono, y lo será Víctor si en el medio del mismo
les pegas un toque para que te vayan a buscar. Eso sí, dado que no hay agua
acuerdas no tener un tiempo marcado, entre otras cosas porque desconocéis lo
abrupto del terreno, y tampoco es que tú seas un afamado senderista que maneja
bien los tiempo de tu alegre marchar. Para moverse utilizarán el todoterreno de
los padres de Víctor, con el fin de que la logística no falle y puedan acceder
a cualquier rincón en el que desees rendirte. Lo que resta del tiempo hasta que
te vayas a descansar pásalo hablando de la apuesta, comentando lo equivocado
que está Víctor de sus predicciones y lo bien que te va a venir su dinero.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
día ha estado bien, y si no hubiera surgido el envite, seguramente agotarías la
noche entre locales, copas y ocurrencias (comprobando la eficacia del
desodorante). Pero hoy no toca. Despídete antes de las doce. No sabes de dónde sacará
Víctor el dinero para tener mañana todo el importe, pero tú necesitas acudir al
cajero en días distintos al tener un tope, además estaría bien que durmieras
unas horas. De camino a dónde has dejado la moto imagínate un mundo perfecto,
mientras te lías el último <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cigarrillo </i>del
día. Sigues siendo un soñador como cuando tu cerebro se perdía los dictados en
el cole persiguiendo alguna musa. Ahora las imágenes que te llueven son las de
Lola dándote un pico tras completar la jornada en tiempo récord. Llegarás al
cajero sin darte cuenta. Saca quinientos euros, y espera a que el reloj cambie
de día, para sacar otros quinientos. Métete el fajo de billetes en el bolsillo,
y completa el recorrido hasta la moto desconfiando de todos los transeúntes, pues
encima escondes más de un jornal.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Ya
en casa, déjate por mentiroso y líate, ahora sí, un último<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> cigarrillo</i>. Tus padres todavía no han vuelto. Los sábados suelen
quedar con los amigos para tomar algo. Déjales una nota explicando que mañana
te vas con los colegas a dar una vuelta y comer en Sariñena, que te ha entrado
la nostalgia. Luego tírate en la cama. Da cinco vueltas para un lado, y tres
para el otro. Repite esa acción tantas veces como sea necesario hasta que por
agotamiento tus parpados te sumerjan en un profundo sueño.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">A
la mañana siguiente el móvil sonará repetidas veces. Lo apagarás como suele ser
habitual. Y a los diez segundos lo volverás a escuchar. No es la alarma, es Víctor.
Tanto <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cigarrillo</i>, tanto <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cigarrillo</i> has olvidado programarla. Son
ya las ocho, y a esa hora teníais que estar a los pies del piso de Lola. Pide
disculpas y comenta que tardarás muy poco. Coge el calzado de salir a correr
que hace medio año que no utilizas, y ropa cómoda. Unos pantalones cortos de
jugar al futbol y una camiseta. Mete una sudadera en la mochila, el móvil y no
te olvides del dinero de la apuesta. Cuando vas saliendo por la puerta,
recordarás que no llevas las gafas de sol, vuelve sobre tus pasos y mételas
también en la mochila. Abajo te encuentras a tus dos amigos. Te recibirán con
una enorme sonrisa, y afirmarán que ellos no tienen prisa y que a ese ritmo
cuando comiences a caminar el sol va a estar en todo lo alto.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Con
Víctor al volante os plantaréis en media hora en el portal de Lola. Y a las
nueve estaréis tirando para el desierto de los Monegros. Lola sigue igual de
guapa que el día anterior, y se acopla a vuestras bromas con la misma armonía
con la que una bandera baila al son del viento. De camino a Villanueva de Sigena,
nada más salir de Zaragoza´s City, paráis en una gasolinera a desayunar. En la
parada Lola aprovecha para sacar, de su bolso de cuero, un mapa físico de la
zona que ha impreso de internet. Cuando te lo da, menciona que por muy valiente
que seas no tienes <i style="mso-bidi-font-style: normal;">superpoderes</i> y que
te vendrá bien para tener un mínimo de orientación. Le das las gracias. Abusa
del lenguaje y dile que no sabrías que hacer sin ella. Ella se sonroja
levemente, y Víctor que no ha perdido ripio, mira para otro lado. Si te habías
levantado algo dubitativo con respecto al reto, ese detalle despeja la bruma.
Antes de iros de la estación de servicio, invita Luis y te pide que te lleves
una botella grande de agua, que va a hacer bastante calor, y con el simple hecho
de caminar cincuenta kilómetros tienes suficiente. Se lo agradeces pero deniegas
la propuesta. Apelas a que lo hablado es lo hablado, y que cuando uno cierra un
trato, es de señores no modificarlo. Te replicará que tú sabrás, que cada uno
es libre en sus elecciones y esclavo de sus locuras.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Entraréis
en el coche. Mientras sigues bromeando con Lola, Víctor le preguntará qué tal
con su amigo de la noche anterior. Piensa en las malas formas. Está celoso y
ante la inclinación de la balanza intenta desestabilizarte. Lo hace desde que
erais pequeños, y te comentaba que fulanito o menganito hacía trampas en los
juegos para que tú perdieras. No le hagas caso, es todo envidia. Lola tampoco
entra en muchos detalles. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Pídele
a Luis que va de copiloto que suba el volumen de la música. Sonará esa canción
de Iggy Pop que tanto te gusta. Crees recordar que se titula “The passeger”,
pero eso tampoco es relevante ahora. Abre la ventana y saca la cabeza para
sentir la libertad de quien elige su propio camino. Una bocanada de aire
caliente golpea tu rostro. Vuelve a meter la cabeza y mira el reloj. Ya son las
diez de la mañana. El termómetro del salpicadero marca treinta grados. Se
avecina una jornada complicada- piensas. A treinta minutos del lugar, Luis
viendo tu cara de preocupación te insiste con lo de la botella de agua. Le
respondes con terquedad que no sea pesado. Lo que resta de viaje lo hacéis en
silencio con la música más alta que antes.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Al
poco Víctor pone el intermitente. Un cartel indica dirección Monasterio de
Santa María Reina. Metros después detiene el coche. Ya estáis en la pista
denominada Vereda del Sabinal, que te conducirá a Valfarta. Se bajan todos a
despedir al héroe. Los miras sorprendido. Se asemejan a un grupo de rock. Víctor
con sus gafas de aviador parece el bajista del grupo; Lola, con ese vestido
corto podría ser la cantante y Luis sin duda con esos brazos y esas barbas
sería el guitarrista. Antes del adiós te pregunta Luis si lo llevas todo. Le
respondes que te falta Lola, pero que esperas encontrarla al final del
trayecto. Lola vuelve a sonreír. Susúrrale que más claro no se lo puedes decir.
Luego vagamente les sugieres que no se preocupen, que llevas el móvil y
energías renovadas. Sin más dilación empieza a caminar. Tienes mínimo ocho
horas de paseo, y ya llegas tarde.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Atrás
tus amigos te desean suerte. Incluso Víctor. El día no es muy halagüeño para
desear el mal a un afecto. Camina a buen ritmo, y mira a tu alrededor. Todo son
cultivos. Eso no se asemeja a ningún desierto que conozcas, aunque ahora que lo
piensas no conoces ninguno. Recuerdas a Lola y el vestido. Lo bien que le
sentaba el vestidito ese. Bueno ese, el de ayer y cualquier vestido. No te
explicas cómo a una mujer le puede sentar tan bien cualquier cosa. Llevas un
buen ritmo, y el ánimo también acompaña. Te cruzas a un paisano que va en
tractor en la dirección contraria. Salúdalo. Te devolverá el saludo y se
llevará la mano a la frente. Sonríele, no sabes qué te ha querido decir pero te
lo imaginas. Al poco cruzas por un puente. Bajo el mismo un sendero pedregoso
emula el rastro de un río que en algún momento del año debe tener agua. En la
otra orilla del recuerdo te espera un secarral auténtico. Ya no hay verdes
secos, tostados. Todos son tonos apagados, ocres. El mismo color que la piel de
la sureña. Seguro que es una piel dulce. Ya la probarás- te dices. Ese color
tostado evoca otros senderos. Sin darte cuenta un numeroso grupo de gotas se ha
asomado a tu frente. Límpiatelas, o si no el boca a boca hará que sus
compañeras se asomen también. No da resultado, y al minuto tienes más de una
recorriendo tu cara, con total impunidad. Vuelve a secarte, igual no han
entendido el mensaje. La misma acción tiene como resultado un bullir líquido
por tu cuerpo. Cuando vuelves al presente, el camino pica para arriba, y las
zonas de la camiseta aledañas al cuello están chorreando. Debes estar a treinta
y cinco grados. El sol te apunta de frente con su dedo. Parece acariciarte con
la yema. No te resistas. Disfrútalo, o el camino se te hará muy largo.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
sudor ya es parte de tu piel. Ocupa todo tu cuerpo, y tus muslos van resbalando
al contacto con el contrario. Nadie valora el sudor, pero hace que todo fluya,
que dos cuerpos ajenos resbalen, que se mimeticen, que hagan las paces con los
fluidos del otro. De nuevo piensa en Lola. Todos los caminos llevan a Lola, a
esas piernas cortitas, de gemelos marcados y muslos prietos. Sudarán como sudan
tus piernas, haciendo las paces con tus muslos. Confundiréis sudores cuando al
final ambos os rindáis al otro. Aunque tú ya hace años que te has rendido.
Ahora solo te separa un sendero arenoso de la ansiada conquista.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Paso
a paso te adentras en un terreno cada vez más yermo. Haces una pausa, para
dejar que el corazón se exprese. Llévate la mano al pecho. Nota como llama a la
puerta. Es el amor, indefectiblemente está ahí, guiando cada uno de tus pasos,
marcándote las huellas a seguir. Reanudas la marcha. Escucha como las chicharras
aplauden tu ritmo. Son numerosas, discretas… bueno, más bien son chismosas.
Siempre comentando el pasear de fulanito o menganita por tierras hostiles. Pero
ahí están, en medio de su cálido paraíso. Dueñas del silencio sepulcral de un
sendero vacío. No intentes dialogar con ellas. Son unas marujas curiosas y
extrañadas ante tu caminata. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Cómo
se va a quedar Víctor cuando pierda los mil euros y la posibilidad de tener
algo con Lola. Para un segundo. Date la vuelta. Ya has andado suficiente para
perder el inicio del camino. Estás recorriendo una zona plana aunque más alta
que lo de alrededor, y todo es marrón. El sol se ha puesto de visera sobre tu
frente, cegándote de vez en cuando pese a la protección de las gafas. Busca en
la mochila el móvil. Encuentras de camino la sudadera. No hay nada más ridículo
que encontrar cosas en una mochila que carecen de cualquier sentido. Ese lugar
no te va a dejar tregua. ¿Creías que en algún momento el calor iba a dar paso a
los vientos húmedos que azotan la costa canadiense? Siéntete ridículo, sin
necesidad que tu madre sea cómplice. Son las doce y media, te lo dice el móvil.
Llevas casi dos horas caminando, y ahora todo es cuesta abajo. Antes de guardar
el teléfono fíjate en la batería. Te queda un tercio. Tenías que haberla puesto
a cargar anoche, pero tanto <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cigarrillo,</i>
tanto <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cigarrillo… </i>haces las cosas
fatal. Primero lo de la alarma, ahora la batería…<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">El
caminar se hace más alegre, resbalando con las zapatillas sobre el polvo que
compone el sendero del Sabinal. Y tras de ti una pequeña estela de partículas
suspendidas. Todo es extremadamente seco. Como tu lengua, tu paladar, tu
laringe y tu tráquea. Imagina todos los conductos de tu cuerpo. Les pones cara,
con sus tonos rosados, completamente quebrados igual que lo está el suelo
deshidratado que vas encontrándote en el camino. Arrepiéntete un poco de no
haber traído agua. Al principio hazlo de manera leve. Una cosa es no tener
abuela y querer hacer las cosas a lo grande y otra es ser tonto de remate. Y en
esta ocasión estás más cerca del segundo perfil. El pequeño enfado se va
agrandando. Deberían poner tu cara de patán en fotografías, de frente, bajo las
letras “WANTED”. No se puede ser más ridículo- piensas. Todo para impresionar a
esa chica extrañamente atractiva, dueña de los seseos más seductores que jamás
han escuchado tus oídos. Agárrate a ella, a sus curvas, a esos ojos grandes, a
ese rescatar vestidos. Es tu tabla de salvación. Es tu meta, es el final del
camino. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">La
camiseta está chorreando. Decides quitártela y colocártela de turbante, como
cuando con quince años ibas de excursión en bici con los colegas. Tu torso está
empapado, tu leve tripita es ahora una pista sobre la que se deslizan miles de
gotas, mojando el elástico del pantalón corto. Escucha de nuevo. Tus
pensamientos habían enmudecido a las chicharras, pero siguen ahí. Ahora el
rumor es más grande. Deben estar comentando lo atractivo de tu figura,
ligeramente descuidada. El sol ha posado la palma de su mano sobre la parte
posterior del cuello. Tampoco has llevado crema protectora. El calor se burla
de ti. Imagina a tus amigos, apoyados en el todoterreno de los padres de Víctor,
apuntándote con el dedo, y sonriendo. Duda, no has sido el seductor más
inteligente de todos. De hecho, tal vez hayas sido bastante torpe como
seductor. ¿Quién te manda meterte en medio de un secarral en pleno julio? Tu
madre te daría una colleja si te viera. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Tu
andar ha perdido el ritmo alegre del comienzo, es más torpe, tosco. Dejas que
los brazos avancen a su antojo. Enfádate con la decisión tomada. ¿Y si, pese a
todo, no contentas a la diva de Lola? Adiós a sus tonos ocres, al calor que
desprende su piel. Adiós a la luminosidad de su sonrisa. Las chicharras parecen
comentar la jugada. Mándalas callar. Entre tanto el móvil empieza a quejarse.
Atiéndele, a ver qué quiere. Lo sacas del bolsillo exterior de la mochila, son
las tres de la tarde y la carcasa arde en tus manos. Está en mínimos la
batería. Mientras te lamentas, pisa de costado una piedra, que como muchas
riegan la sequedad del lugar. Tuércete levemente el tobillo. Mientras caes, se escapa
el móvil que cae un par de metros más adelante. Doblas la rodilla y apareces
sentado sobre el polvo. Te duele la zona, como cuando jugabas al futbol y cada
dos por tres estabas lesionado. Se acabó. Tienes un esguince. Es una sensación
cercana, casi como de la familia, como un primo al que ves en verano. Quítate
el calzado y mira la envergadura de ese primo. Tienes el tobillo hinchado. No
es pequeño el esguince -concluye. Laméntate en alto. Grita algún improperio a
ver si amedrentas a las chicharras. Ya solo te queda llamar. Has perdido mil
euros aunque a lo mejor enterneces a Lola.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Arrastras
el culo por la tierra hasta llegar al móvil. Ahora toca la humillante llamada.
No pierdas tiempo, tampoco hay que demorar las cosas, y el tobillo así de
hinchado no requiere segundas opiniones. Marca a Luis y explícales que estás a
medio camino de Valfarta con un esguince. Le das a llamar, y el móvil termina
de agonizar. Se ha parado. Lo que faltaba. Cabréate, cógelo y lánzalo lejos a
ver si matas a alguna chicharra. Las condenadas siguen coreando tu nombre. El
sol parece darte collejas y en tu cerebro piensas en el rescate. Tu tendencia
fantástica bromea con lo sucedido. ¿Y si tu corazón decide abandonarte en medio
de la estepa? Eso no pasará. Hace calor, mucho calor, pero no tanto. Ya pero… ¿y
si se cansa de latir? No contemplas esa posibilidad. De hecho es más probable
que tus amigos se distraigan un poco y se demoren diez días. Tal vez si eso
sucediera serías alimento para los buitres y cuando encontrasen tus restos, en
el apartado de sucesos del Heraldo de Aragón abrirían con el titular “Murió por
amor”. No obstante la realidad resulta más predecible. Ponte la camiseta no te
vayas a quemar. Tus amigos pueden tardar todavía varias horas, hasta que
imaginen que algo ha pasado. Túmbate a esperarlos sobre la mochila y para
entretenerte escucha lo que dicen las chicharras pues aunque no eres dado a
cotilleos, no hay nada mejor que hacer.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , "serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><br /></span></div>
<br />Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-3430421296121406942020-06-19T16:54:00.004+02:002020-07-28T09:35:31.788+02:00PREGUNTAS QUE TE HARÁS CUANDO YA NO SIRVA DE NADA (Finalista del VI Certamen de Realtos Alberto Fernández Ballesteros)<br />
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div class="letrapequeaCxSpFirst" style="margin-right: 1.1pt; text-align: right;">
<em><span style="font-size: 11.0pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Toma la lista de preguntas
que te hubiera hecho. <o:p></o:p></span></em></div>
<div class="letrapequeaCxSpMiddle" style="margin-right: 1.1pt; text-align: right;">
<em><span style="font-size: 11.0pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">No las contestes. <o:p></o:p></span></em></div>
<div class="letrapequeaCxSpMiddle" style="margin-right: 1.1pt; text-align: right;">
<em><span style="font-size: 11.0pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;">Que sigan vivas por lo menos
ellas.<o:p></o:p></span></em></div>
<div class="letrapequeaCxSpMiddle" style="margin-right: 1.1pt; text-align: right;">
<em><span style="font-size: 11.0pt; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Patricia Andrada. <o:p></o:p></span></em></div>
<div class="letrapequeaCxSpLast" style="margin-right: 35.65pt; text-align: right;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Estarás
nervioso. Muy nervioso. Tan nervioso que no sabrás discernir si los nervios son
fruto de que el instructor se haya anclado a tu cuerpo y el salto sea
inminente, o si el motivo de esa angustia es que sospechas que algo se te
escapa pero no sabes muy bien qué es ese algo. Muy lejos de esa disyuntiva tu
cerebro seguirá barruntando. Hazlo sin miedo. Pregúntate:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿De
qué conozco yo al tipo este?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;">.</span><o:p></o:p></span><br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"><br /></span></span>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<a name='more'></a><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 24px;"><span style="font-size: large;"></span></span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyucSSj42-Qha5NV569A6qfyf9AsaWVBuyeQyBkONBuAP7RYuHpmICra3PoksarzXqNsVTHn14X9Dye1xGhDh72pCNzTW99X0XnqV1kJq-wXQnq0wvfNuYOYVpaXawsL3f9_LV2P8MtBA/s1600/24dbe1ab714e5e1298f027e1b36ad6f5--ala-delta-parachutes.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="437" data-original-width="291" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyucSSj42-Qha5NV569A6qfyf9AsaWVBuyeQyBkONBuAP7RYuHpmICra3PoksarzXqNsVTHn14X9Dye1xGhDh72pCNzTW99X0XnqV1kJq-wXQnq0wvfNuYOYVpaXawsL3f9_LV2P8MtBA/s1600/24dbe1ab714e5e1298f027e1b36ad6f5--ala-delta-parachutes.jpg" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> En el mismo instante que asomes la cabeza por encima del
hombro del instructor que te precede, se asomará desde la puntita de la lengua
la respuesta. Y mientras estés hilvanando la historia en la que detallarás con
pelos y señales el lugar y fecha en el que os conocisteis, el tipo seguirá
dándote las últimas explicaciones y el portón de la avioneta permanecerá
abierto como una boca a punto de engullirte. Pero eso, descubrirás tras la
apreciación, te importará bastante menos: </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">Fue exactamente en el cumpleaños de
vuestra amiga Elena, coincidiendo con la depresión que arrastraba Laura desde
hacía un tiempo</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">, te dirás sorprendido. No obstante, esos datos te parecerán
insuficientes y creerás necesario vertebrar una historia algo más extensa. Así,
haciendo memoria, recordarás que Laura poco después de ese cumpleaños se apuntó
a un salto al vacío, acompañada por sus compañeras de trabajo, similar al de
ese futuro que estarás a punto de ejecutar tú. Surgirá una nueva duda, empujada
por la evidencia: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Cómo
pude creer que fue a saltar con las compañeras de trabajo, si la más joven no
baja de la cincuentena?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;">.</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Mientras tu cerebro esté justificándose ante
tanta candidez, los dos primeros instructores que te precederán en el salto
darán el empujoncito final a sus clientes, para acercarlos al abismo que
recorrerán sujetos por un estrecho cordón umbilical en forma de mosquetón. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Percibirás el pasado como si fuera presente y
ahondarás en el sustancial cambio que experimentó Laura desde entonces. Tu
cerebro te escupirá otra pregunta: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Cómo
puede una depresión irse a por tabaco una noche cualquiera, sin avisar?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;">.</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Buscarás caras de felicidad, vestidos nuevos y
cambios de peinado constantes que desde entonces tuvieron a Laura como
protagonista. Aunque no sabrás muy bien si ese entonces es atribuible al
cumpleaños, al salto en paracaídas o al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sursuncorda</i>,
sí sabrás que acabó con las malas caras, las culpas, los reproches y toda esa
parafernalia que la acompañaba.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Justo ante esa duda que te arrojará a un mundo
inexplorado, volverás a sentir cómo tu instructor te empuja, pegado a tu
espalda, hacia el abismo. Se te vendrá a la cabeza un número: Trescientos.
Repite el número: trescientos euros. Esa será la cifra que habrás pagado para
dejar que un maromo anclado a tu espalda se pegue<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>a tu culo y te obligue a dar el último paso,
para bajar como en un suicidio hacia la inmensidad de un mantel que se intuye a
los pies. Otra duda se abrirá paso entre las cifras pagadas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Qué
hago yo a un metro de hacer mi primer salto al vacío, si siempre he tenido
claro que ni el submarinismo ni lo deportes de aire me decían nada?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Recordarás a Laura ese día que llegó a casa con un
tríptico. Recordarás que ponía 4000 pies en la primera hoja. Recordarás que te
dijo que le gustaban los hombres valientes. Recordarás que luego te dio un
mordisco en la oreja y también recordarás que llevabais mucho tiempo sin
hacerlo. Tanto recuerdo evitará que seas consciente de que el energúmeno te
habrá ido empujando y ya estaréis frente a la nada. Y cuando los recuerdos
estén tensando la textura del mono que te resguardará del viento a la altura de
la entrepierna, verás delante de ti el pulgar levantado del instructor, que te
parecerá proveniente de una-mano-sujeta-a-un-brazo-salida-de-tu-propio-cuerpo.
Simultáneamente al gesto escucharás un </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">todo OK</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;"> que te devolverá a la
realidad. Esa voz te hará recordar el significado de </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">OK</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">. Lo repetirás en
alto: </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">CERO KILLED</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">.</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Luego, sin que tú puedas hacer nada, tu cerebro añadirá la
coletilla </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">de momento</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">. Todo parecerá una emboscada pero no sabrás si son
paranoias tuyas o es cierto que la han pergeñado Laura y el maromo que tienes
pegado a tu culo. Justo ahí serás tú el que obligará a tu cerebro a plantear
una nueva cuestión.</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Por
qué has añadido esa coletilla a lo de “cero killed”?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Tu cerebro invitado por ti vertebrará la
siguiente reflexión: </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">si tú habías encontrado una oferta cien euros más barata
que el precio final, a santo de qué Laura decidió pagarte la diferencia para
que llegaras con tu figura de-cuarentón-sedentario-venida-a-menos a este lugar.
Por no hablar del interés de este instructor en concreto de ser él quien te
iniciara en el salto, cuando si te hubieran dejado elegir, probablemente
hubieras dicho que la instructora morena con nariz de águila pues, siendo
mujer, la sensibilidad seguramente fuera otra y además esa nariz aguileña que
tiene te trasmitió una extraña seguridad, mayor a la del bicharraco que ahora
está pegado a tu espaldas</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Volverás a mirar para abajo y sentirás vértigo,
mucho vértigo. A tus pies, allá a lo lejos, encontrarás un manto aterciopelado
difícil de definir, pero el vértigo que invadirá los rincones más distales de
tu cuerpo no se deberá tanto al vacío que vislumbrarás en esa avioneta que
estarás a punto de abandonar, como por las corazonadas que tu cerebro te gritará
para que abortes el salto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Será el momento de hacerlo. No lo dudes.
Tampoco tardes: levantarás la mano para hacerles caso, y para decirles que tú,
ese cuarentón-desconfiado-que-odia-el-submarinismo-y-el-paracaidismo, lo dejas. </span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Justo en ese mismo momento, cuando tengas la boca abierta para decir </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">prefiero
dejarlo</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">, una presión mayor te empujará hacia abajo. Nacerá en tu boca una </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">PRE</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;"> que se quedará sola cuando la inercia os haya atrapado. Lo vivirás como
un duro golpe, y empezarás a tragar aire a borbotones, como si alguien te
estuviera metiendo puñados de espaguetis con tomate en la boca.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Detrás de vosotros solo quedará la instructora
con nariz de aguilucho y tu primo, que no tardarán en seguiros en el vuelo.
Incluso, contemplarás pocos segundos más tarde cómo os adelantan pese a haber
saltado después. Creerás que se debe a que sus cuerpos son más menudos y por
ende ofrecen menos resistencia al aire. La palabra aire invitará a tu cerebro a
plantearte otra cosa. Deja que lo haga: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Por
qué no le diste “aire” a Laura hace tiempo?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Pensarás que ahí lleva razón. Eso, creerás, es
lo que tenías que haber hecho con Laura. Aire y ahora, en ese justo instante en
el que las dudas parecerán agua de cascada, cada uno podría estar por su lado,
pues ya llevaríais un par de años arrastrando una relación como quien arrastra
un cadáver hasta el maletero de su coche. Pero tú, ahora, en ese futuro en el
que todavía no estás pero temes que llegue, seguirás engullendo aire entre
otras razones porque decidiste no darle plantón a Laura en plena depresión. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Pero lo que menos te importará en ese descender
metros será lo que no hiciste o dejaste de hacer con Laura y tu cerebro,
volverá a plantearte dudas que aumentarán el ya de por sí acelerado ritmo
cardiaco. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>Si
Laura saltó hacía diez meses, ¿por qué ese interés repentino, tres trimestres
más tarde para que yo lo probase?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;">.</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Esa última duda se te clavará en el estómago
rasgando viscosidades, mientras las gafas de seguridad se hundirán en tus
mofletudos pómulos, y el suelo estará un poco más cerca. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Entonces decidirás oponerte a tu cerebro
reptiliano, que se empeñará, como acostumbra a hacer, en generar desconfianza
constantemente. Enterrarás todos los miedos que iban a hacer del salto una
experiencia durísima, y tras varias frases sentenciadoras en las que despejarás
dudas afirmando que el instructor es un encanto, y que Laura lo único que
quería cuando te propuso el salto era animarte, y que luego le contarás todo lo
vivido, y ella revivirá el suyo y luego serás tú el que le dé un mordisco en la
oreja y cuando estés imaginando ese mordisco, que volverá a tensar la tela del
pantalón a la altura de la entrepierna, sucederá: sentirás un respiro en la
espalda que constatará la desconfianza que te estaba asediando. Tú cerebro esta
vez será más breve: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Cómo?,
¿qué?... no puede ser<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Un estado de perplejidad, mucho mayor al que
habías experimentado anteriormente, invadirá todo tu cuerpo. Para que te hagas
una idea: la sensación de desamparo será incluso mayor a la que sufriste cuando
te enteraste de que tu padre estaba enamorado de otro hombre. El alivio en la
presión que ejercía el cuerpo del mal bicho sobre tus costas, durará menos de
un segundo. La sensación de desamparo, algo menos de tres y luego se abrirá
paso en el interior de tu cuerpo un miedo atroz. Intentarás localizarlo, pero
este se moverá cómo una peonza, sin rumbo ni concierto. Y recordarás cómo
hacían con los brazos los saltadores en el trampolín gigante para darse la
vuelta en el verano pasado, mientras tú desde el sofá admirabas tanta gracilidad,
y empezarás a jugar con tus brazos hasta que estés boca arriba, mirando a un
cielo azul que se te atragantará como si tuvieras empacho por todos los
espaguetis con tomate que alguien ha metido en tu boca. Y la imagen será
desoladora. Ahí estará el mostrenco, independiente de tu cuerpo por primera vez
en los últimos diez minutos, a cinco metros de distancia, subiendo hacia
arriba, como queriendo remontar el camino hasta el portón de la avioneta. Con
las manos abiertas te dirá adiós. Mientras esbozará una sonrisa, que une ambas
orejas. Esperarás un poco antes de ordenar todas las imágenes que se
amontonarán en los recovecos de tu masa encefálica. Luego de manera natural solo
te saldrá maldecir a tu mujer y, tras ello, cuando se abra el paracaídas en ese
cuerpo despegado que debía estar sujetando el tuyo, que estará cayendo
irremediablemente hacia el punto y final, apreciarás cómo el artefacto
convertirá al escapista, que se hace llamar instructor, en
un-punto-colgado-de-una-exclamación que se perderá cielo arriba. Gira de nuevo,
pero hazlo de forma natural: cuando lo hagas te darás de bruces con la
realidad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Las bocanadas de aire serán más lentas y, paradójicamente,
el tiempo de vida más corto. Te lamentarás, permitiendo que surjan numerosas
dudas sobre la que se alzará victoriosa una: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Cómo
no me di cuenta antes?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Y mientras intentas encontrar la respuesta te
verás bajando, como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Alicia en el país de
las maravillas</i>, en un agujero que te parecerá irreal. Y en ese descenso,
superarás a los cuerpos parejos que convertidos en medusas de aire parecerán
ascender.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Primero la del aguilucho con tu primo, que te
mirará con ojos aterrorizados, y luego verás a los dos monitores precedentes,
con sus marsupiales bien cargaditos, cuyas miradas también estarán desbordadas
por el horror que esa caída sin red evoca.<span style="mso-spacerun: yes;">
</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Y
la coartada? ¿Qué va a alegar el tipejo este para defender su negligencia?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Todo parecerá muy frágil y a la vez meditado, por eso,
recordarás el beso tan efusivo que te habrá dado Laura esa misma mañana. Ese
último beso se te repetirá como el ajo fresco en la boca. </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">Menuda es</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">, dirás
mientras aprecias la clara frontera entre el azul del mar y el resto de colores.
Y aunque te gustaría saber qué será del instructor tras el asesinato que
acabará de perpetrar, si no eres dueño de tu vida, husmear en el futuro de
otros te parecerá pueril. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Qué
me quedan?,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>¿dos minutos de vida?,
¿tres?...<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Desconocerás la respuesta exacta y lo lamentarás
levemente, pues si conocieras el tiempo de caída podrías priorizar los
pensamientos. No obstante proseguirás enzarzado en esa pelea contigo mismo y
con las cuestiones sin resolver que te asaltarán trabuco en mano, y te atacará
una duda mayor a las anteriores: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Cuándo
se habrá enrollado Laura con el hombre corpulento al que estabas enganchado?,
¿antes del salto que hizo hace diez meses o después?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Te parecerá una duda existencial, en esencia
absurda e intrascendente, similar a la del huevo y la gallina, de esas que pese
a su inocuidad, se clavan entre el lóbulo frontal y el parietal y te mantienen
una vida rumiando la solución. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Harás una pausa para priorizar intereses, y con
ella surgirá la necesidad de zanjar la duda y repasar los momentos felices de
una vida que se te escapará en la vertical. Pese a tu empeño, te toparás con un
ego (tu propio ego), incapaz de frenar el impulso interior que habrá abordado
tu cerebro como el más fiero de los corsarios. Siempre fuiste un tipo curioso y
no querrás irte sin resolver esa inquietud. A tu lado pasará un pájaro que casi
se verá arrollado por la fuerza del descenso, y sentirás la presión del tiempo
que concluirá en ese reloj de arena en el que se habrá convertido lo que te
resta de vida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Querrás darte prisa para poder atar todos los
cabos. Y sobre el ímpetu del cuándo, se impondrá discretamente otro: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Qué
motivos tiene Laura para algo así?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Te asaltarán numerosos recuerdos: el aniversario pasado
que olvidaste en plena depresión; los flirteos de su hermana contigo en las
cenas de Nochebuena, aunque ella siempre lo viera al revés; el año previo a su
crisis cuando te negaste a ir de veraneo con sus padres; las fiestas del pueblo
en las que Patri, tu ex, te tocó el culo de broma y ella quiso ver algo más
pernicioso… No se te ocurrirá nada más y concluirás que no tienes culpa de nada
y que, a veces, el amor enajena. Para anclar bien esa idea acuérdate de la
película <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Atracción fatal</i>. </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">Qué mal lo
pasó Michael Douglas</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">, pensarás. Tampoco te entretengas mucho con esos datos,
pues el tiempo apremia. Obedeciendo a esa voz en off que a veces nos habla,
pasarás por alto sus razones, hasta tal punto que ni siquiera juzgarás el grado
de enajenación de esa loca, pues todo lo recordado te parecerán nimiedades para
un ruptura, y mucho menos creerás que puedan ser coartadas que justifiquen un
asesinato. Entonces, tal vez para protegerte del futuro que se acaba,
recordarás que te comentó algo de una cena que tuvo Laura con los compañeros
del cole, en ese cole rancio lleno de vejestorios, en el que solo hacían dos
comidas a lo largo del año (atendiendo a la literalidad del término), pues tal
vez temían perder sus lustrosos vestiditos y trajes a las doce de la noche, o
que sus sencillos utilitarios, a esa misma hora, se tornasen en calabazas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="TextointerrogacinCxSpFirst" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Y
si no fue de cena?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="TextointerrogacinCxSpMiddle" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Estaría
ya liada con este?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="TextointerrogacinCxSpLast" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Estarían
planeando mi muerte?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="TextointerrogacinCxSpLast" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;">Y te repetirás, de una manera más imperativa, que
debieras estar recapitulando todos los momentos felices de una vida que ya no
será tuya, en vez de respondiendo a preguntas estúpidas. Pero volverá a tu
cabeza el corsario más fiero, que en forma de duda querrá saber el mes exacto
de esa cena, porque </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">llegar, llegó tarde</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">, y esa certeza te impedirá abandonar
el pensamiento. Dependiendo de la fecha sopesarás, a nueve metros por segundo,
que tal vez esa cena fuera el comienzo del fin y sabiendo el comienzo del fin…</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Qué
pasa sabiendo el comienzo del fin?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Sabiendo el comienzo del fin la situación no
revertirá en nada pero… Dejarás de justificarte y podrás distinguir una zona
urbanizada debajo de ti, aledaña a campos sembrados con tonos ocres y
anaranjados, a la izquierda de un mar que cada vez ocupará más espacio en la
ventana de tus ojos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Pero no. Por más prisa que te darás, no le
pondrás fecha a la cena, y tus ojos te indicarán que ya queda poco. La
sensación de engaño y, sobre todo, el no ser capaz de completar el puzle, te
aterrará más que la propia muerte, presente en el trágico descender como mero
granito en ese reloj de arena, que grano a grano, metro a metro, establecerá en
breve tu último suspiro. Con lo fácil que hubiera sido decirte que lo teníais
que dejar. Te hubiera dolido, porque al fin y al cabo esas cosas duelen, pero
aceptado el declive, tampoco hubiera pasado nada. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Quién
iba a negarse a la voluntad de romper una pareja desgastada?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Te responderás que tú mismo lo estabas deseando, pero por
su depresión tal vez no lo hiciste. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Tal
vez fue enero?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Pero no recordarás que hiciera frío. A lo mejor era otro
mes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>Pero…
¿por qué?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Pensarás que Laura siempre ha sido muy cobarde para
afrontar las situaciones, y que, como tampoco tiene un gran sentido de la ética
y la estética, ese acto, tu caída libre sin paracaídas, no desentona mucho con
su yo profundo. Y así, cuando te des cuenta de que las azoteas casi se intuyen
en esas construcciones blanquecinas en medio del mantel multicolor, te urgirá
encontrar la fecha, pues no crees en otra vida y en ese momento, aunque
desearás creer, serás incapaz de reconstruir cuarenta años de ateísmo.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="mso-spacerun: yes;"><br /></span></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"> </span>¿Qué
me quedan?, ¿treinta segundos?, ¿diez?...<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> En los campos podrás distinguir viviendas
aisladas, y no te acordarás de la fórmula para calcular la caída de un cuerpo.
Lamentarás no haber estado más atento de jovencillo en Física. </span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">Tal vez ahora
supieras el tiempo exacto de descenso</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">. Pero todas las teorías serán bastante
ridículas, y tu vida ya no será vida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Volverás a maldecir a Laura y recordarás que
esa cena pudo haber ocurrido en noviembre, que el frío tampoco aprieta mucho en
el sur, y verás, en medio del espacio, un terreno amarillo que caerá justo en
la vertical de tu descenso. Un escalofrío recorrerá tu grasiento cuerpo, cuyos
nutridos pliegues dibujarán ondulaciones por debajo de las prendas térmicas.
Lamentarás enormemente no disponer de varios kilómetros más de caída, que a
estas alturas del descenso, se te antojarán imprescindibles para poder
solucionar la inquietud que te estará amargando los últimos instantes de vida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;">Maldito mes</span><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; font-size: large; text-align: center;"></span><span style="font-size: large;"> pensarás, y eso será todo lo que
podrás hacer, porque luego descubrirás unas gradas, y después de las gradas
todo será amarillo, y a los lados vislumbrarás las porterías, y terminarás
preguntándote: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacingCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>¿Qué
ha estado haciendo Laura estos meses atrás cuando me iba al fútbol?<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif;"></span>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="Textointerrogacin" style="text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"> Y con esta nueva duda encaramada a tu cerebro, sentirás
mayor congoja, y el desasosiego te hará apretar con fuerza los dientes.
Mientras, contemplarás cómo todo a tu alrededor es familiar, y querrás creer
que estás llegando a un córner, y lamentarás, más que haber elegido a Laura
como pareja, más que haberle sido fiel en todas las ocasiones en que pudiste no
hacerlo, más que haber aceptado la invitación para ese salto que te habrá
colocado a escasos metros de la muerte, más que cualquier otra cosa en el
mundo… lamentarás no saber en qué fecha exacta ella te<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>fue infiel por primera vez, y… y dejarás de
ver, empapado en una tristeza que más tarde no se podrá apreciar entre tus
vísceras. <o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-89768534605228232802020-05-05T21:16:00.001+02:002020-05-05T22:41:59.398+02:00OH! CAROL<div align="center" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg53y8JQnCt2hg5VHWnapWUDx8IuKXf2qlOuhi7zQuEig3YPxi0XmHiNhNzRclOQFVvO7nV2MnxHepNISJTfkBv3Iqp_IMn7_wohBXXIByan9yV8XQ0oijT-NTm54Kmi4SWiYPTvEiDcl8/s1600/5b657b3543f9b6f0150a15254bdc8b96.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="354" data-original-width="236" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg53y8JQnCt2hg5VHWnapWUDx8IuKXf2qlOuhi7zQuEig3YPxi0XmHiNhNzRclOQFVvO7nV2MnxHepNISJTfkBv3Iqp_IMn7_wohBXXIByan9yV8XQ0oijT-NTm54Kmi4SWiYPTvEiDcl8/s1600/5b657b3543f9b6f0150a15254bdc8b96.jpg" /></a><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Si las comidas las empezara por el postre, podría
decir que cuando entré hacía tiempo que Fifí ladraba haciendo honor a su
sombra. De lo contrario no estaría hablando de Fifí. En el piso de abajo los
golpes en la pared habían despertado al bebé. La carta que voló desde España
estaba sobre la mesa que utilizaba como escritorio la señora Brown. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">La Señora Brown nos pedía que la llamáramos Carol.
A mí me sonaba a caracol dicho por un niño muy pequeño. Ella tenía tres hijos,
aunque el más pequeño todavía no decía Carol intentando decir Caracol. Tampoco
lo decía sin intentar decir otra cosa. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br />
<div style="text-indent: 47.2px;">
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "roboto" , "arial" , sans-serif; font-size: 13px; text-indent: 47.2px;"></span></div>
<a name='more'></a><span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"></span></span><br />
<span style="font-family: "times new roman" , serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">La Señora Brown nunca estaba con su
hijo, para eso pagaba a Maribel, que además de cuidar al pequeño le gustaba
comer tacos y escuchar corridos. A lo mejor la Señora Brown no se había
detenido a pensarlo, pero el pequeño se pasaba tantas horas con Maribel que
aprendería a decir Caracol antes que Carol, aunque estuviésemos en Georgia y no
en México D.F.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">En el estado de Georgia, las casas grandes se miden
por el número de ojos que hacen falta para recorrer el ancho por el alto de la
finca. La casa de los Brown, siguiendo ese principio, era grande. Incluso
podíamos decir sin miedo a equivocarnos que era más grande que las casas de al
lado. Pese a ese dato, en ese mismo estado, las pequeñas solían tener muchos
más ojos tropezándose. Otra diferencia eran los nombres de las viviendas: las
grandes se acompañaban de un apellido irlandés, mientras que las pequeñas carecían
de buzón y se las conocía por el tipo de negocio clandestino que en ellas se
diese. Si no desarrollaban ningún negocio clandestino nadie las conocía, sabiéndose
de personas que salieron de su casa y no la volvieron a encontrar.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La
Señora Brown vivía allí desde que se casó con el Señor Brown. Antes de ello
vivía en la casa de sus padres, que tenían muchas fincas e incluso un barracón
de madera. Pese a ser de madera era una reliquia pues se había levantado siglos
atrás cuando los ancestros de sus trabajadores cobraban comida y cantaban bajo
el sol. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Tras lanzar el ramo, entraron a vivir juntos. Les
acompañó un hombre con mono parecido al mío y dos mujeres grandes que amaban el
rhythm&blues. De eso hacía un tiempo. Siendo más exacto, tres hijos
después. Los gemelos separados del más pequeño por la métrica exacta del acné.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Yo, antes de leer el anuncio en el periódico, vivía
en una habitación en el barrio de San Carter. El baño lo compartía con otras
ocho personas. Los hispanos que conocí allí, bromeábamos con el nombre del
barrio. Lo llamábamos Sin Cartera pues, si tenías una, más pronto que tarde te
la quitarían. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Me ganaba la vida como camarero en el centro de
Atlanta. Y un poco más atrás, había sido limpiabotas en una zapatería del
barrio judío. Trabajo que compaginaba con el de limpiador de un Mcdonals a
intervalos de cajas de cerilla. Y mucho antes de todo vivía en España, aunque
tanto antes que de vez en cuando se me olvidaba.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Después del anuncio del periódico, llevaba siempre
unas tijeras de podar y un mono verde con mi nombre escrito en letras blancas. Por
encima de mi nombre, ocupando más espacio que el que había dedicado a mí,
estaba bordado el apellido de la casa. También tenía una carretilla, que era lo
más cerca que había estado en EEUU de tener mi propio vehículo. Aunque lo que
más me gustaba de la casa de los Brown es que me dejaran un cuarto junto al
resto del servicio con aseo incluido y que además no era de madera como los
barracones que tenían los padres de Carol. Con todo ello me aseguraba no
perderme algún día volviendo a mi casa sin buzón en el barrio Sin Cartera. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">En esa misma vivienda, parte del servicio lo
formaban dos mujeres que vestían con un delantal blanco, con el mismo apellido
irlandés que el mío, y una cofia del mismo color; un hombre delgado que comía
espaguetis y conducía un vehículo más caro que el que me habían asignado, y la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">babysitter</i> que cuidaba del hijo pequeño
de los Brown, empecinado en imitar a las serpientes de Caracol. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">El primer día que me tropecé con la Señora Brown, descendía
sola por un camino asfaltado al que yo había accedido tras atravesar un portón
de los inteligentes. Me habló como esos dibujos animados, rápido sin abrir la
boca. Medio la entendí, medio no, pues mi inglés del barrio Sin Cartera se
parecía más al inglés que hablan en la Castellana que al del Estado de Georgia.
De lo poco que entendí estaba la pregunta esa de cómo podíamos ser los Pepes
tan parecidos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Era una mujer tan fina como los espaguetis. Luego
supe que no le gustaban ni lo espaguetis ni lo italiano. Prefería la tortilla
de patatas y sestear. El pelo era rojo como el fuego, aunque en sus ojos las
brasas estaban apagadas. La seguí hasta la casa. Luego me presentó a sus hijos.
Se olvidó del pequeño. Me presentó a los demás trabajadores de la casa, salvo a
Maribel que estaba con el pequeño. Fifí se presentó sola, con ladridos de rata
ladradora. Menos mal que sabía ladrar, pues tenía tamaño para morir pisoteada
sin remordimientos. La Señora Brown siguió contando cosas con ese habla de
dibujo animado japonés, mientras descansaba su mano en mis brazos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">El Señor Brown estaba trabajando. Era una costumbre
que tenía, como la de ser rubio y pecoso. Él y la Señora Brown eran como la
noche y el día más allá de la puesta de sol. Con el Señor Brown no había
hablado todavía. Lo había intentado pero siempre se daba la vuelta en el
instante justo. La señora sin embargo me preguntaba por cosas que ni yo había
pensado. Entonces mi cabeza se daba la vuelta hasta marearse y a veces me
descubría al otro lado del espejo. El Señor Brown cuando trabajaba dirigía una
empresa grande de cosecha y distribución de productos hortofrutícolas.
Seguramente, sin haberlos conocido, añoraba los tiempos en el que todos los
trabajadores cantaban bajo el sol. A Carol no le gustaba esa forma de ver de águila,
y aunque con las mujeres de cofia apenas se detenía, a mí me trataba como si
fuera un cliente igual de rubio o pelirrojo que cualquiera de ellos.<o:p></o:p></span></span><br />
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Todos los días, desde que entré por la puerta, me
buscaba cuando estaba con las tijeras de podar. Buena planta decía que tenía
yo, aunque mejor que la mía, siempre desde el respeto, era según contaba la del
otro jardinero. Yo no sabía cómo se llamaba pero era de echarse la siesta.
Carol, como quería que la llamase, también me decía que yo me parecía a él o
que él, yo y todos los Manolos y Pepes del mundo éramos iguales. Me acercaba
cualquier flor para dejarla sobre mi mano. Así, con las flores que posaba en mi
mano ordené ideas y asocié nombres a imágenes. El clavel, el lirio, el
crisantemo, el narciso, la orquídea… Con ellas me hacía cosquillas en la mano
como si me conociese desde que ambos vivíamos en un barrio de Madrid, del que
ella ni había escuchado hablar. Mientras lo hacía, buscaba defectos en los
ojos. Un día encontró una pestaña. Luego me dio un beso en la boca. No sé cómo
lo hizo, pero sí sé que lo hizo. Yo no me opuse, porque conocía las dimensiones
de una habitación sin baño sita en el Barrio Sin Cartera. Luego me pidió perdón
y se fue.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otro
día me habló de las lilas, de las malvas y de las rosas. Decía que las rosas
eran como la vida, bella pero llenas de espinas. Me parecía una frase muy
manida, pero no quise decírselo. Y aparte de hablar pintaba óleos frescos con
sus dedos sobre mi antebrazo. Según ella todo era difícil en su vida. La mía,
pese a la comodidad del nuevo trabajo, me parecía peor. Cuando no hablaba de
flores, fantaseaba con ser un charran, pues decía que eran tan libres que se
pasaban la vida en el aire, yendo del Ártico hasta la Antártida. Señalaba que
la casa se le quedaba grande pues, como ya mencioné al principio, eran
necesarias bastantes personas para recorrerla con sus ojos. Y a los gemelos,
con sus ojos, apenas los veía. Los gemelos estaban siempre en su casa del
árbol, en sus ordenadores, por la finca con sus motos eléctricas o en su
defecto afilando los rifles contra botes. La mala suerte se cebaba con los
animales del bosque más que con los propios botes. Donde nunca estaban era al
lado de su madre.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Otros
días me preguntaba cuántas mujeres podíamos tener los Pacos. Yo le respondía
que muchas. Sus ojos se detenían en mi nariz, y en mis omóplatos. Tras ello los
recorría a la carrera, trazando un triángulo. “Como la madre, la abuela, la
hermana, la hija, la mujer…”, le respondía. Volvía a recorrer el triángulo más
despacio, hasta cansarse. Luego afirmaba que todos los Pepes éramos iguales.
Que en realidad quería decir que estaba harta, aunque no me decía de qué. Se levantaba
y entraba en la cocina donde sonaba “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Johny
be Good</i>” o cualquier otra de Chuk Berry. Cuando la Señora entraba, las
cocineras bailaban lento y cuando se iba todo era un twist. Cogía una botella o
dos y se la llevaba a una habitación del segundo piso. El tamaño era similar a
la suma de la mía, la del chófer, la de las dos mujeres con voz grave y la de
la mejicana (esta última se pasaba más tiempo en la habitación, contigua a la
de los Brown, con el pequeño que en la propia). Allí encerrada, Carol
comprobaba que el interior de las botellas guareciese el líquido que indicaba
en la etiqueta. Se aseguraba de que no hubiera dudas. Y terminaba de
comprobarlo cuando se llevaba cualquier otra superficie a la boca intentando
convertirla en líquido. Yo cuando escuchaba el estruendo, al desplomarse como
un ciprés sobre los grandes suelos de madera, si no estaba el Señor Brown en la
casa, entraba. Ella decía palabras sueltas en castellano, como cualquier
estudiante de intercambio. Nunca la escuché decir Caracol. La ayudaba a
levantarse y la tumbaba en la cama. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los
fines de semana todo era más tranquilo. Yo debía recoger la correspondencia que
llevaba escondida en el buzón desde hacía un sábado; limpiaba el instrumental
del oficio que desempeñaba desde que leí el anuncio; paseaba por el bosque y
enterraba los animales que accidentalmente se habían encontrado con una bala de
los gemelos; hablaba un rato, en otra lengua diferente a la del lugar, con
Maribel para que no echara de menos a los huevones consanguíneos de su Jalisco
natal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Ese sábado en cuestión llevaba en la casa el tiempo
de leer ocho suplementos semanales sobre pesca y caza, que Carol nos traía tras
haberlos hojeado su marido. Por la mañana las cocineras comentaron que con los
días estaba cada vez más enraizado. También comentaron que la Señora Brown no
tenía ya raíces. Los gemelos, Tom y James, tras coger sus escopetas se habían
adentrado en el pequeño bosque que había al oeste de la casa, dentro de la
misma finca. Yo mismo vi como unos arbustos engullían sus cabellos morenos. Le
habían comunicado a Carol que simplemente iban a mejorar su puntería con algún
bote. La última vez que dijeron eso cazaron cuatro pajarillos, un par de liebres
e incluso una ardilla. Yo subí un par de macetas a la buhardilla y la Señora
Brown me pidió que fuera una paloma mensajera.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esa
mañana la mayoría de las cartas eran de la empresa del Señor Brown, pero había
una que venía de fuera. Remitente: Juan Holgado Heredia. C/ Virgen de los
Necesitados. N18. C.P: 14711 Córdoba. España. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">En el piso superior estaba la niñera jugando con
Peter. Así le llamaba. Mientras la perrita Fifí, que apenas hacía ruido al
andar, estaba en la habitación contigua con Carol. Al entregarle la
correspondencia sus cejas se elevaron como lo hace un globo aerostático y llamó
a la puerta en la que jugaba la mejicana. Dejó a Peter y entró en la habitación
de la señora. Supongo que tenía más confianza con ella para que le leyese las
cartas. Al cabo de media hora la señora y la mejicana salieron.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Entró
en la cocina acompañada del animal ladrador. En dicho habitáculo se volvió a
silenciar la música. Esta vez sonaba “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Lucille”</i>
de Little Richard. Cogió una única botella de whisky. La mejicana siguió a lo
suyo en el cuarto con Peter. Yo me quedé en la cocina. Antes de que se fuese le
pregunté: “¿Carol te pasa algo?”. A lo que me respondió que para mí era la Señora
Brown, que le tuviera respeto. Subió como la espuma hasta la bohardilla. Luego
bajó, como lo hace la espuma después de subir y sin mediar palabra se llevó a Fifí.
Pregunté por el amor a los animales que había en aquel lugar. Me dijeron que
toro manso ni mata ni procrea. Respondí que hablaba de Fifí no de otras cosas.
Se rieron ambas y comentaron que no me preocupara, que no era el primero en
sorprenderme ante datos tan personales. Quise saber más, pero empezaron a
cantar “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Hit the rock Jack”</i> que empezó
a sonar en esa emisora, como si hablaran con un primo lejano.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Escuché un estruendo grande como otras veces. Las
cocineras se miraron con la boca abierta. Todo me sonaba a repetido. Tras un
rato subí para avisar al Señor Brown. La mejicana jadeaba y los golpes en la
pared eran como los de un bajo en una canción pegadiza. Entendí que sería mejor
no molestarles. En la habitación de al lado se oían los llantos del niño.
Decidí subir solo a la buhardilla. Llamé con nudillos que se escapaban. Ante la
falta de respuesta, escasos ladridos de rata, decidí dar el paso.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Cuando entré, Fifí ladraba mientras asía, con esos
dientes pequeños, un camisón de Carol. En el piso de abajo los golpes en la
pared eran más intensos. Entendí porque Maribel llamaba al Señor Brown por su
nombre de pila. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">La carta que voló desde España estaba sobre la
mesa, que hacía de escritorio de la Señora Brown. El camisón que enganchó Fifí,
ante la intensidad con la que tiraba, dejó al descubierto un pecho de Carol que
estaba tumbada en el suelo, con los ojos vueltos. La botella tenía poca
cantidad de líquido. Los ladridos me ponían nervioso. Los nervios no me dejaron
ver las dos pastillas que lejos del bote se habían escapado a los pies de la
señora. La levanté y la posé en la cama. Su ritmo cardiaco era como el
corretear de un niño que empieza a hacerlo. Tres pasitos de repente, luego doce
más rápidos. Una pausa. Otros dieciocho latidos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Cuando el Señor Brown dejó de hacer ruido en la
habitación inferior, pude pedirle que subiera. La mejicana fue entonces a
atender al bebé. El bebé lloraba mientras daba patadas. Cuando entré con el
Señor Brown, el cuerpo de Carol, tendido sobre la cama, empezó a moverse hacia
todos los lados, como si fueran varias personas escapándose en direcciones
opuestas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">En la camilla, cuatro suplementos semanales
después, los hombres de bata blanca pero sin cofia dijeron que no se
recuperaría. Que se había actuado tarde y los daños eran un billete solo de
ida. El Señor Brown, Peter para la mejicana, no lloró. Entendí que ahí
terminaba mi trabajo como jardinero.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Luego
me despedí de todos. La mejicana estaba en el salón. Desde hacía poco, se
acostaba siempre con una sonrisa. Ahora de forma casi oficial en la habitación
de los Brown. Utilizó la misma sonrisa para decirme adiós. El chofer, sin
moverse de la cama levantó las manos y dijo “Chao Bambino”. Las dos mujeres de
pelo rizado me dieron sendos abrazos que casi unen las costillas opuestas como
lo haría un acordeón. En la radio sonaba “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Oh
happy day</i>”. Los gemelos con acné, dejaron las escopetas que estaban
limpiando sobre el suelo, y me apretaron la mano. En ese momento, pensé que eran
ya dos hombres y que se podían llamar perfectamente Jesús y Enrique. Al bebé no
le dije nada. Solo supe que aprendería a decir Caracol antes que Carol.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Supongo
que el enorme jardín ya tenía sus malvas y yo ante la falta de habitación con
baño integrado había olvidado el hospedaje del Barrio Sin Cartera. Al final
todas las leyendas urbanas tienen algo de cierto. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Por ambos motivos decidí volver a España. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "adobe garamond pro" , serif; line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Tal vez, algún día me pase por la calle Virgen de
los Necesitados para contarle lo ocurrido a Juan, y tomarnos un café que dé por
concluida la comida.<o:p></o:p></span></span></div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-31374413262547228992020-04-11T12:23:00.003+02:002021-01-17T08:46:28.799+01:00HABITACIÓN SIN BOMBILLAS (Relato que da nombre a un libro).<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Apoyo el
dedo índice sobre la barriga del interruptor. Pulso. Miro al fluorescente de la
cocina. No da señales de vida. Es una luz de encendido pausado, intermitente,
pero si no arranca a la primera no se enciende. Me duele la cabeza. Suele
pasarme los días de lluvia. Padezco jaquecas. Miro al techo. Pienso que se
habrá fundido. A veces sucede. Doy tres pasos hacia atrás, dirección al
pasillo. Estiro la mano, y aprieto el interruptor. Es una luz dura, de
encendido inmediato. Permanece ausente, en silencio, sin llama. A falta de
respuestas se encienden las alarmas. Recorre mi espalda un escalofrío que
termina en la nuca. Llueve copiosamente fuera y a mi cabeza llegan imágenes del
pasado.</span></span><br />
<div style="text-indent: 47.2px;">
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "roboto" , "arial" , sans-serif; font-size: 13px; text-indent: 47.2px;"></span></div>
<a name='more'></a><span style="font-family: "times new roman" , serif;"><br /></span>
<span style="line-height: 150%;"><span style="font-size: large;">Tal vez por la dureza de estas, parece que el dolor se haya agudizado.
La tormenta que asola la ciudad está lejos de alcanzar la intensidad con la que
late mi corazón. Se me viene su rostro a la cabeza, a esa misma cabeza que está
a punto de estallar. Toda la casa estaba a oscuras. Y él, acechando. La última
vez fue la definitiva. Desde entonces me dan pánico las luces fundidas. Una
puede ser probable, dos en espacios contiguos es porcentualmente más
complicado. La espalda empieza a cargarse con el peso de una mochila de la que
creía haberme liberado. También se acelera la respiración. “<i>No te preocupes</i>”, me digo, “<i>son casualidades</i>”. Intento caminar. Un
poco más adelante, a la derecha, está el salón, pero los pies no me responden.
El temblor de las piernas agita el resto del cuerpo y, sin embargo, la planta
de los pies permanece inmóvil, pegada al suelo. Es la misma sensación que
experimenté cuando vi a mi madre tendida en su cuarto. La recuerdo como si
fuera ayer. Se me hace un nudo en la garganta. Mi madre siempre volvía a casa a
las nueve, cuando cerraba la peluquería. Se pasaba por el parque a buscarme,
donde solía estar con los colegas. Nunca quería volver sola. Necesito respirar,
me quedo sin aire. Es como si estuviera en un frasco de cristal que un gigante
ha tapado y ahora el mismo gigante estuviera custodiando. No puedo avanzar. Me
doy media vuelta y vuelvo a la cocina. Ese camino ya lo he hecho. Es más fácil
abrirme paso entre la certidumbre. Al final de la cocina hay una ventana.
Recorro la cocina a tientas. No necesito luz, llevo toda la vida en esta casa.
Lo que me vendría bien es que se abriera el suelo, y que un tobogán infinito me
trasladase a la otra punta del planeta. Pero en la vida real nada es tan fácil.
Llego a la ventana. Es de guillotina. Levanto la hoja inferior y apoyo las manos
en el marco. Con los brazos completamente estirados y las manos sobre la madera
respiro profundamente. Necesito aire. Una bocanada de humedad golpea el pecho.
Las gotas caen por cientos, suicidándose contra el suelo. Los charcos, hacen de
improvisadas bañeras para que los neumáticos de los coches se liberen de toda
la mierda. Tengo más oxígeno en los pulmones, pero la imagen de mi madre sigue
clavada en mi retina. Yo tenía catorce años. Volvíamos juntos para prevenir al
monstruo de que no tendría nada que hacer. Creíamos que de esa forma no se
atrevería con ella. No era la primera vez que quitaba las bombillas de la casa,
pero nunca llegó a mayores. Noto cómo la garganta se vuelve a obstruir. Es como
si una enorme bola de gelatina a la altura de la nuez estuviera impidiéndome
respirar. Me la trago. Siempre era igual. Quitaba una a una las bombillas de
toda la casa. Entrábamos a ciegas y luego, al darnos cuenta, empezábamos a
gritar su nombre para que se dejara de bromas. Empezó como un juego, o eso me
parecía a mí, aunque era demasiado pequeño para entenderlo. Pero hoy lo veo de
manera distinta. Me duele el estómago. Puedo escuchar mis tripas. Parecen, con
sus ruidos, protestar. La cabeza también reclama mi atención. Con el tiempo,
tras el desenlace entendí que no era ningún juego. Era su forma de demostrar su
poder, de someterla. Me da asco. Me repugna haber tenido como padre ese ser. Lo
peor no es eso. Lo peor es que sigue vivo. Miro alrededor. Todo a mí alrededor
son bloques de edificios, que como un queso gruyere respira por sus ventanas.
Algunas tienen luz, y las luces de las viviendas me tranquilizan, al igual que
la de los faros de los coches, o la de las propias farolas. Consigo respirar de
manera más pausada. “<i>No te preocupes, no
puede ser que él esté en casa. Tiene que ser una casualidad… solo una
casualidad puede explicar que la luz del pasillo y de la cocina no funcionen.
Eso o que se haya ido en todo el bloque”.</i> La cabeza sigue reclamando mi
atención, pero tengo cosas más importantes de las que preocuparme. Me asomo un
poco más y veo que la tienda de electrodomésticos que hay en el bajo desprende
una luminosidad azulada, como si fueran los bajos tuneados de un coche hortera.
Me aferro a la hipótesis de la casualidad. Además mi padre está entre rejas, le
cayeron quince años. Se vuelve a acelerar el corazón. Teníamos que haberlo
denunciado cuando empezó con los insultos. Aprovechaba que todo estaba a
oscuras para abordarla en alguna de las habitaciones. Luego, cerraba las
puertas y empezaba con su juego: “no tengas miedo”; “mira que eres tonta”; “si
te vieras desde un agujerito, te avergonzarías de ti…”. Con el tiempo fue
subiendo de tono. Hasta que comenzó a increparla por la relación con su madre,
mi abuela, por el uso del móvil… Hijo de puta. Y las últimas veces comenzó con
las amenazas veladas: “poco miedo pasas para el que debieras pasar”; “si te
quisiera hacer algo sería muy sencillo…” <i>“¿Cuántos
años lleva en la cárcel?”</i> me pregunto. La cuenta es fácil: “<i>si tenía catorce y ahora tengo veintisiete…</i>”.
Continúo con la resta. A un energúmeno como ese no lo pueden dejar suelto, no
sería justo. Debía haberlo denunciado. Pero no. Empiezo a tener nauseas. Me da
asco. Ese día debí haber hecho caso a mi madre. Haber cerrado la puerta y
escapado con ella. Nos había prometido que no lo volvería a hacer, que no sabía
qué le pasaba, pero que alguien se apoderaba de su mente y que no era él el que
la insultaba. Yo intenté detenerlo. Cuando cerró la puerta empecé a dar patadas
con todas mis fuerzas, como si tuviera una corazonada. Pero no nos escapamos,
tal vez porque nunca le había hecho nada, o porque las personas somos animales
cargados de inercias, y la nuestra nos empujaba a volver a la madriguera. Tal
vez fuera por eso por lo que no huimos. Al ver que no podía abrir la puerta,
salí gritando escaleras abajo. Algún vecino llamó a la policía. Él debía olerse
algo. Mi madre estaba a punto de dejarlo para siempre, de frenar una inercia
para empezar a vivir. Se había convertido en un infierno. Noto un ardor a la
altura del pecho. Saco medio cuerpo por el agujero que me permite respirar y
dejo que la hamburguesa, jugos gástricos, cerveza, patatas fritas y saliva
abandonen mi cuerpo precipitándose a la calle. Me limpio con la manga. Odio
vomitar. Vuelvo a mirar a aquellas ventanas, que desde los edificios de
enfrente me sonríen con luminosidad. Luego solo recuerdo a la policía
llevándoselo esposado, y yo en la puerta del dormitorio mirando fijamente a mi
madre. No me la puedo quitar de la cabeza: estaba tendida sobre el suelo de su
habitación, con la quietud de una alfombra. “<i>Tengo que ser fuerte. Seguro que es una casualidad, seguro que son dos
bombillas fundidas”</i>. Necesito convencerme para continuar. “<i>¿Qué te decía la psicóloga?” </i>“Cierra los
ojos, piensa en algo que te dé seguridad”. Me imagino de la mano de Marta.
Menos mal que apareció ella. Cierro la ventana. La conocí en un piso tutelado.
“<i>Si mi padre está en la casa, que tenga
huevos y que salga”</i>. Cojo un cuchillo pegado en un imán que hay en la pared
a la izquierda de los hornillos, junto a otros más pequeños. Afino los oídos.
Luego, Marta me animó para estudiar Magisterio. <i>“Si lo escuchas, se acabó su suerte”.</i> Un tintineo cercano advierte
de la hiperactividad en la que está inmersa mi musculatura. Un muslo golpea sin
control una banqueta que hay junto la mesa. Lo miro como si fuera de otro. <i>“Piensa en Marta, como te dijo la psicóloga.
Algo que te dé seguridad”</i>. Aparece frente a ti, le das la mano y abres los
ojos. Si no fuera por ella, mi vida carecería de sentido. Aunque no esté, el
truco me ha dado un poco de alas. “<i>Al
salón, ve al salón</i>”. Seguro que todo es fruto de la ingeniería de un
cerebro enfermo. Como te decían los profesionales: “es normal que ante
acontecimientos traumáticos aparezcan recuerdos imborrables. Lo más importante
es que la personalidad no se vea afectada”. Pero eso es imposible. <i>“¿Cómo estás?”,</i> me pregunto. Noto mi
cuerpo completamente encorvado. Los vellos, pese a pensar en Marta, siguen
alerta como si quisieran detectar la más leve corriente de aire. Si no fuera
por Marta a lo mejor me habría quitado del medio hace tiempo. Si no fuera por
ella y por mi abuela. Agarro fuerte el cuchillo... En la siguiente bombilla
está la respuesta. “<i>Solo tienes que
llegar al salón</i>”, susurro como si se tratase de un mantra que me guía. La
presión sobre la empuñadura del cuchillo es cada vez mayor. <i>“Piensa… si aparece tu padre no lo mates,
tienes toda una vida por delante”.</i> Mi próximo reto son unas oposiciones.
Avanzo decidido. Si la luz se enciende todo volverá a la calma y tal vez
entonces se irán las migrañas. Ese cabrón no va a quitarme el futuro. El
corazón golpea con dureza el pecho, si no se sale de este va a pararse por
agotamiento. Recuerdo que dejaba todas las bombillas sobre la mesa del salón. Y
tras el susto y las vejaciones ayudaba a mi madre a colocarlas de una en una en
su correspondiente casquillo, protegida por estilosas lámparas cuyo silencio
podría considerarse cómplice. <i>“Nunca se
lo has dicho a Marta pese a los consejos de la psicóloga”.</i> Aunque bueno,
pensándolo bien, como trabajadora social debe haber escuchado realidades más
duras. Pero el tacto parkinsoniano del vidrio sobre mi palma cuando mi madre me
pasaba las bombillas es indescriptible y compartir las penas no me hace mejor
pareja. Un escalofrío mayor vuelve a sacudir mi columna. Hago una pausa.
Respiro lo más hondo que puedo. “<i>No te
dejes ganar por las paranoias</i>”, me digo. Mi mano ha heredado ese temblor
que en su día me impactó tanto. “<i>Déjate
de excusas. Sabes que lo más probable es que la luz del salón esté bien”,</i>
vuelvo a afirmar para calmarme. Los oídos siguen alerta, pero solo escucho mis
propias pisadas, e intento amortiguar más cada paso. Llego a la puerta del
salón. Está entreabierta. El cuchillo de cuarenta centímetros de hoja se adentra
en el habitáculo como si fuera un robot de los artificieros de la policía
nacional ante la amenaza de bomba. Con la mano izquierda izada me aproximo al
tercer interruptor. “<i>Hazlo, no tengas
miedo. Un clic y adiós a los miedos”</i>. Presiono. Tengo la impresión de que
la oscuridad se ha agrandado. Me estoy mordiendo los labios y sin darme cuenta
saboreo el calor de mi sangre. Me he hecho un pequeño corte. “¿QUIÉN HAY AHÍ?”
grito. “<i>Tal vez tenías que haber seguido
yendo a la psicóloga”</i>, me sugiero. “<i>Eso
es pasado. No lo necesitaba. Estaba ya bien</i>”, respondo como si un yo más
visceral hablase al yo reflexivo. Marta fue un flotador en medio del océano,
una luz que guio mi huida. Desde que nos hicimos ese tatuaje lo supimos. <i>“Igual el muy cabrón ha venido a terminar la
faena. Pero no podrá, todavía te quedan seis vidas y se las has prometido a
Marta”</i>. Siempre dejaba las bombillas encima de la mesa redonda del comedor.
Me acerco a la mesa. Imploro, por favor, que termine la pesadilla y me levante
sudando. Deseo abrir de golpe los ojos y sonreír. Abrazar la almohada, dar
media vuelta y seguir durmiendo. Pero eso no pasa. Mi cadera toca el borde
macizo de la mesa. “<i>Estira la mano, solo
estírala”</i>. Hago caso a la voz interior y toco una bombilla. Un brusco
movimiento retráctil la lanza al suelo. Con el sonido de los cristales he
perdido el control por completo. Noto en la pernera cómo un calor húmedo
conquista palmos antes secos. Es como si se tratara del desbordamiento de una
presa sobre una planicie de tierras áridas... “<i>Esto ya no es una paranoia. Ha venido a buscarte”. </i>La tensión se
traslada al cuello y a la mandíbula. “¿<i>Hubiera
servido de algo seguir yendo al psicólogo frente al psicópata de tu padre?”</i>,
me pregunto. Recuerdo el afán de saber de la mujer. “<i>A ella qué le importaban los insultos que le propinara tu padre”.</i>
Recuerdo que también me preguntaba si mi madre se los merecía. “¿<i>Qué tipo de pregunta es esa?”</i> Recuerdo
su tono condescendiente. Solo la empujé. Sus preguntas se repiten en mi cabeza
con el mismo desdén con el que salían de su boca. Que se rompiera un brazo fue
fruto de la mala suerte. “<i>Páralas”</i>.
Dejas de oírla. Ahora estoy con mi padre en la misma casa en que todo ocurrió.
La misma que después de lo sucedido heredé. “<i>No es buena persona y lo sabes. ¿Por qué le habrán dejado salir
antes?”.</i> Estoy en medio de una isla rodeado de preguntas, sin encontrar las
respuestas. Tengo dos opciones, o huir como hice con mi madre o enfrentarme a
él y zanjar el tema. <i>“Seguro que te
espera en el dormitorio, como esperó a tu madre”</i>. “<i>Pensará que eres un cobarde e igual que hiciste con tu madre, saldrás
por patas”.</i> Ya no escucho la lluvia, pero las gotas de agua siguen
golpeando el cristal. La percusión del corazón y las cacofonías de los pulmones
se mezclan en el tímpano. Mi cerebro va a estallar. “¿No crees que ese patrón
es repetido?”, me preguntó la psicóloga desde el suelo. Menuda incompetente.
Una zorra elegante. Eso era. Pero lo de ahora es más serio. La decisión es
complicada, vital. Aunque sé que el muy cabrón ha tenido demasiado tiempo entre
rejas para disfrutar de la vida. Ahora toca hacer justicia de verdad. <i>“¿Recuerdas cómo decía que había tenido una
mala vida?”.</i> Su voz se vuelve a colar entre los fonemas orgánicos. “<i>No le escuches”.</i> “¿<i>Qué te va a venir a hablar ese de una mala niñez con la que te ha
dado?”.</i> Percibo una inercia de mi cuerpo parecida a la que tendría en un
rápido, a merced de la fuerza natural del agua que me empuja. Los pies me
conducen al dormitorio. “Patrones repetidos”. ¡Qué fácil es hablar cuando te
llevan entre algodones! Pero yo no quería hacer daño a la psicóloga. Empujo con
el costado izquierdo la puerta, sabiendo que la historia va a llegar a su fin.
No me molesto en acudir al interruptor y empiezo a dar bandazos con el brazo
estirado. A modo de segadora, el cuchillo va recorriendo cada metro cuadrado de
aire. Si no fuera por la corta empuñadura del cuchillo, parecería la propia
muerte sacando la guadaña a dar una vuelta. Tras dar dos pasos dentro del
cuarto, tropiezo y caigo sobre otro cuerpo. Me sobresalto y levanto como si
tuviese un resorte en el pecho. No tengo el cuchillo, pero he tocado un cuerpo
y… no ha habido reacción alguna... Me apoyo abatido en la pared. Mis pies y
espalda resbalan como si estuvieran en una bañera, hasta dar con el culo en el
suelo. Me invade otro temblor. Con él se abre camino la certeza. Mi torso se
relaja completamente y los hombros sin sujeción se doblan como si fuera un
pelele. Estoy recogido, ovillado. Me llevo las manos a la cabeza. Me duele la
cabeza. Me duele mucho. Nunca ha dejado de dolerme. Ahora sin prisa, me la
toco. Lo noto. Tengo un enorme chichón. Meto la mano derecha en el bolsillo del
mismo lado del vaquero. Saco un paquete de Ducados. De su interior extraigo un
mechero que se escapa de mis manos hasta caer acorralado en el suelo. Lo cojo
de nuevo. Me pongo de rodillas, y lo enciendo. Luego con el mechero recorro la
silueta del cuerpo. Al lado de la cadera está la enorme lámpara de hierro
abollada por el costado que presidía su mesilla de noche. Un poco más adelante,
a la altura de la muñeca veo el tatuaje de un gato. “<i>Seis vidas te quedaban junto a Marta”.</i> Una sonrisa tensa, cínica,
triste, se dibuja en mi rostro. Y a la derecha de su cabeza le acompaña la
larga almohada de la cama de matrimonio. Me llevo las manos a la boca. Inhalo
profundamente. Escucho el tic-tac del reloj de aguja que hay sobre una de las
dos mesillas. Exhalo durante varios segundos, hasta desinflarme por dentro.
“Patrones repetidos”. Cómo se nota que no tuvo mi infancia. Puta zorra. Con
esos aires de saberlo todo. Y esas faldas grises a juego con la americana.
“Patrones repetidos”. Pasa el tiempo. Me acerco al oído de ella con las
pulsaciones ya normalizadas y le susurro: “¿por qué Marta…?”, “¿por qué querías
dejarme?”.<o:p></o:p></span></span></div>
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<a href="https://www.amazon.es/HABITACI%C3%93N-SIN-BOMBILLAS-OTROS-RELATOS-ebook/dp/B085XJL9PN/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&dchild=1&keywords=habitaci%C3%B3n+sin+bombillas&qid=1585575386&s=books&sr=1-1" target="_blank">SI QUIERES LEER OTROS RELATOS DEL LIBRO, SÍGUEME.</a></div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-48016440804201211932020-03-30T01:19:00.001+02:002020-04-18T17:18:58.015+02:00HABITACIÓN SIN BOMBILLAS (LIBRO GRATIS)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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Acabo de autoeditar un libro. Y lo uno me lleva a lo otro: ¿Cuánto tiempo le lleva a alguien escribir un libro?, ¿cuánto dinero resulta razonable pagar por un libro? Y si el escritor solo vende diez ejemplares, ¿cuánto dinero habrá ganado tras ese ímprobo esfuerzo?<br />
<br />
Y en cuanto los lectores, ¿hay preguntas interesantes más allá del dinero? Para responder a esta pregunta he hecho un vídeo.<br />
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<iframe allowfullscreen="" class="YOUTUBE-iframe-video" data-thumbnail-src="https://i.ytimg.com/vi/TC_1yMTWpAU/0.jpg" frameborder="0" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/TC_1yMTWpAU?feature=player_embedded" width="320"></iframe></div>
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Si alguien está interesado en adquirir un buen libro COMPLETAMENTE GRATIS puede seguir el link que hay bajo la portada.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW7gBx522WYkOkEBq0hep2JUCUtERuzx85Tjj2-MFfFHynXjNpagoLMH7jgmIq4S-Zjq3KHrNxbTBimjNY8vIVmGZP3bLORfMDrGPg-wzDoaWbBc7Lv77n66tY0frVZzktchHadwVN5kI/s1600/HABITACI%25C3%2593N+SIN+BOMBILLAS+FINAL+DOBLE.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1145" data-original-width="1600" height="229" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW7gBx522WYkOkEBq0hep2JUCUtERuzx85Tjj2-MFfFHynXjNpagoLMH7jgmIq4S-Zjq3KHrNxbTBimjNY8vIVmGZP3bLORfMDrGPg-wzDoaWbBc7Lv77n66tY0frVZzktchHadwVN5kI/s320/HABITACI%25C3%2593N+SIN+BOMBILLAS+FINAL+DOBLE.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<a href="https://www.amazon.es/HABITACI%C3%93N-SIN-BOMBILLAS-OTROS-RELATOS-ebook/dp/B085XJL9PN/ref=sr_1_1?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&dchild=1&keywords=habitaci%C3%B3n+sin+bombillas&qid=1585575386&s=books&sr=1-1" target="_blank">HABITACIÓN SIN BOMBILLAS</a></div>
<br />Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-11043646305120150632020-03-21T13:50:00.001+01:002020-03-28T12:19:39.207+01:00CATENACCIO (Segundo Premio en el XXXIV CONCURSO DE NARRATIVA CIUDAD DE ELDA)<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">13:55<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Una de las pocas cosas positivas
que tiene estar desempleado es recoger a los niños. La madre de Zaira, casi
siempre, llega a menos cinco. Es extremadamente puntual. Tanto o más que guapa.
Tal vez es más correcto decir que de las pocas cosas positivas que tiene
recoger a los niños es la madre de Zaira. Es una isla pelirroja en medio de un
mar de marujas y de gritos. “¿Qué tal tu mujer?”, me pregunta. Recuerdo la
aguerrida defensa de Alfaro, siempre con el cuchillo entre los dientes. Y ella
sonriente. Los tacos clavados en mi espinilla. “Bien, ya sabes”. Con los niños
de la mano me despido. Balón a la grada. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No
tan bien como</i> tú es el pensamiento que me acompaña.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">14:41<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">“¿Otra vez huevos con patatas?”
dice mi mujer metida en el cuerpo de mi pequeño. Imagino que mi hijo se la
habrá escuchado en alguna discusión.</span><br />
<div style="text-indent: 47.2px;">
<span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "roboto" , "arial" , sans-serif; font-size: 13px; text-indent: 47.2px;"></span></div>
<a name='more'></a><span style="font-family: "times new roman" , serif;"><br /><span style="text-indent: 35.4pt;"> </span>Eso es lo que hay: huevos fritos y
discusiones. Podría decirle que cuando sea mayor… pero mi destreza con las
cazuelas es limitada. Que coma huevos ahora y cuando sea mayor, vegano. Mi
mujer le inculcará esas mierdas. Es una carnicera atípica. Estudió psicología
mientras yo daba patadas a un balón. Siempre fui un hombre de fútbol. Pero no de
esos de transistor cantando los goles el domingo. Jugaba en el filial<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>del Sevilla. Una promesa. Hasta la lesión. Pero
quien ha sido una promesa, siempre arrastra algo. Como un pasajero en el andén
de una vía muerta sujeto a su maleta. “Estos huevos son una mierda”. Puto
vocabulario arrabalero. “Niño, habla bien, hostia”. La madre tiene un piquito
de oro. Como si lo de psicología lo hubiera soñado. Pero no fue un sueño. Yo en
Segunda B, con Monchi apostando por el filial. De la mano de Reyes. Pie con
pie. Máximos goleadores. Y ella, en la biblioteca, hincando codos. No podía
venir a verme ni cuando jugábamos en casa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;"><br clear="all" style="mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span></b>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">15:21<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Suena el teléfono. Corro tan rápido
como mi cojera me permite. Solo estuve orgulloso de ser patizambo cuando lo del
Doctor House. Espero una llamada. Llevo tres años esperando. Desde el despido.
En la pantalla Carmen, en mi cabeza del Nido. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“¿Qué tal han comido?”. Verdad o mentira. La
vida es elegir. “Bien, bien, revuelto de setas con trigueros”. Suena irónico.
Conoce mis timbres. Empieza a ladrar al otro lado. Con lo del Doctor House también
me pasaba de irónico. Incluso compré un bastón. Apuntaba alto. “¿Qué quieres
que te diga?”. Siempre le pregunto, pero no tiene ni idea. Solo sabe lo que no
quiere. Si no era un portentoso delantero sería entrenador del Sevilla. “Venga,
no me jodas con esas, ya sé que estoy toda la mañana en casa”. La puta casa.
Como si hubiera hecho un casting para chacha. “Yo no elegí esta mierda”. Fútbol
del feo. Todo embarrado y a amarrar el resultado. Ella grita más. Temo incluso que
se entere el mayor. “Vale, vale”. Tocar el balón, rollo la España del Sabio. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tiqui, taca.</i> Eso siempre gusta. Baja el
tono y dice lo de “Solo quiero implicación”. Eso me dice. Siempre lo dice. Una
frase manida. Un rostro sin cejas ¿Qué quiere decir implicación? ¿Que compre un
libro de cocina? ¿Que tenga el suelo de la casa como Míster Proper? “Me estoy
implicando”. Balón fuera. Que no se acerque al área. El mayor llora. Seguro que
el pequeño le ha dado una patada. Me la ponen larga. Zanjemos la contra: “Te
dejo que Luis está llorando”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">17:07<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Acelero el coche. Botas puestas, en
pies pequeños. El entreno iniciado y como siempre llegamos tarde. La puta
siesta. Siempre la siesta. Jodidas costumbres impuestas por el sol. Eso es, el
astro rey. Pero a las cinco el entreno no se perdona. Aparco en batería y de un
salto salen mis zagales. Veo cómo se pierden, entre las rejas y el albero. ¡Qué
alegría de zancadas! Años de baile entre infantiles, cadetes y juveniles
mayores que yo llaman a la puerta. Siempre en categorías superiores. Cojera
arriba, cojera abajo, trastabillando me apoyo en el metal. Mis hijos al trote
mientras el resto está con series de velocidad. “¿Qué hay Manuel?”, me pregunta
Lucio. “Ya ves, Lucio, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Los Lunes al sol</i>,
como en la película”. Se interesa por la película. Sabe de alineaciones del
Sevilla más que los propios periodistas locales, pero de cine no tiene ni idea.
Un espécimen fácil de etiquetar. Un tipo sin un plan B. Conserje en un club de
barrio. Hombre de transistor. “A barbecho Lucio, sigo a barbecho”. Alrededor
algún padre mantiene viva las ensoñaciones. Gente sin vida que ya no echa la
lotería, pero tiene un hijo que patea un balón. Perdedores a los que nadie hará
una canción. A los cuatro y a los seis años todos los futuros son posibles.
Pero el tiempo es contundente haciendo selección. Yo sigo parado, en ese anden,
sin más futuro que el inmediato. Mis hijos han empezado a tocar el balón. Bajo
la sombra de un ciprés un par de madres hablan de sus cosas. Maridos poco implicados,
entiendo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">18:23<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Los chicos están recién duchados.
El sol calienta el alma. Cuatro moscas revolotean a mi alrededor y Loli me
pregunta por la consumición. “Dos Fantas de Naranja y un Coca Cola”. Sonríe.
Sabe la sorna con la que digo lo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">un
Coca Cola. </i>Luego se agacha. El escote es generoso, en consonancia con sus
pechos. Un gozoso minuto de recreo para un alumno que lleva meses castigado.
Será la penitencia a algo. Y entre sus dos tetas, prietas y generosas, veo el
cruce. Un punto de inflexión para un lunes al sol, que sigue a otro lunes, y a
otro. Semana infinita en una vida que no termina de llegar. Lola es tan fácil
como su nombre. Se permuta Carnicera por Camarera de cantina en club de fútbol.
No es el mejor de los cambios. “Mucho azúcar para los chicos”, dice mientras
vierte el líquido. El poder devastador de lo correcto no respeta ni las
esquinas de los barrios. “Para algunas vidas, todo el azúcar del mundo resulta
insuficiente”. Le guiño un ojo. Un hombre cojo con algo de sobrepeso esperando en
el andén de una vía muerta tampoco es el mejor postor. “Gracias guapa”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">19:04<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Paso una página e intento leer. Las
mujeres que hay en el parque me distraen. Hace tiempo que no leo ninguna
novela. Pero esto es un libro de relatos. Soy consciente de que personajes como
yo se salen de la máquina. Etiquetar deja a demasiadas personas al margen. Con
un libro yo debiera ser profesor, contable, bibliotecario o, en el peor de los
casos, entrenador de baloncesto. Espero que alguna de esas mujeres, que no son
la madre de Zaira pero tampoco la desmerecen, me pregunte qué leo. Pero eso no
pasa. Cada dos por tres miro a ver dónde está el pequeño. Esa es una simple
excusa. Siempre colgado. Trepando, aspirando a lo más alto. “Se regala
cachorro”, podría ser el anuncio en el que una foto de mi mirada de los lunes
ocupara el resto del folio. Pero con cuarenta nadie es demasiado joven, y mi
cojera impide pensar en una gloria futbolística pasada. Además el fútbol es
deporte de lelos. Raúl y Ronaldo hicieron mucho daño. Frases del palo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">no vamos a tirar los brazos ni a bajar la
toalla </i>lo explican todo. Valdano lo quiso arreglar pero se pasó de rosca.
Yo sin embargo aquí ando. Con un libro en la mano, esperando ese centro que
nunca llega. “Sí, es un libro de relatos de un concurso que gané”. Testarazo a
la escuadra. Un intelectual se puede permitir cierto sobrepeso, la barba de
tres días y una mujer que le grita vago cada dos por tres. Un ex futbolista
casado con una psicóloga no entra en esos cánones. La bella y la bestia. Esa podría
ser nuestra historia si no se hubiera cruzado Alfaro. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">19:19<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">“¿Cómo va la tarde?”. Llamada de
rigor, doblando jornada. La familia se preocupa. Eso le pasó a del Nido. Entre
entrenador de la casa y sobrino siempre gana sobrino. Mi pequeño, el de cuatro
años, está desafiando la gravedad sobre unos tubos, y un niño que le dobla la
edad se le parapeta enfrente. “La tarde va”, susurro cargado de desidia.
“¿Estás fumando?”. Esa es la frase que más le repito. Interrogación versus
negación. De eso murió Cruyff, pienso, pero de momento no lee mis pensamientos.
El niño que dobla en años al mío resulta ser un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">joputa.</i> Le intenta desestabilizar en lo más alto. Así son los
niños: aprendices de adulto. Al otro lado del teléfono la respiración
entrecortada de mi mujer se excusa. Desde que dobla jornada apenas nos vemos.
Rounds nocturnos para acostarnos calentitos. El teléfono es más apaciguador. Mi
hijo no se achanta. Así me pasó con Alfaro. El Maño acababa de llegar al primer
equipo y me invitaron a una pachanga con él. Todo lo bueno y lo malo de los
futbolistas cabe en una pachanga de un cuarto de hora. “¿Y el curro bien?”.
Frases dichas con voz de autómata. “Rota”. Siempre rota. La Rota. Rota de
sustantivo o de adjetivo, podría preguntarle. A quién le importa. Hay que
descansar más, pienso. Menos mal que sigue sin telequinesia. Mi hijo se cuelga
y esquiva al abusón. Cintura para un lado, piernas para otro y caño. Nunca
hagas un caño al nuevo de la clase. “Nos vemos luego. Un beso”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<br /></div>
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif; font-size: 11.0pt; line-height: 107%;"><br clear="all" style="mso-special-character: line-break; page-break-before: always;" />
</span></b>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>19:20<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Una mujer se acerca y me pregunta
si aquel de allí, el que le acaba de dar plantón al abusón es mi hijo. “Sí que
lo es señorita, ¿por?”. Desconfianza por bandera. Las madres son lobas
asustadas con dientes largos. “Tiene dotes para la escalada”. ¿La escalada?
Alguna vez escuché que era un ajedrez vertical. Podría ser un plan B. Algo con
lo que focalizar energías. Miro a la mujer. Es bastante menos que la madre de
Zaira o que Lola, pero su mirada tiene algo. Inteligencia, viveza… no sé
exactamente qué es, pero es algo. “¿Sabe usted algo de escalada?”. Preguntas y
más preguntas. Por hablar, compartir… acciones en desuso en la era digital. “Tutéame,
por favor”. El balón se cuela por el hueco y salgo a la carrera. Demasiados
metros para un delantero cojo. Tras una conversación me acuerdo de la noticia. “La
escalada ya es olímpica”. Y colgado de la vertical no hay Alfaro que te saque
del juego. “Encantada de hablar contigo” me dice tras veinte minutos, con mi
pequeño a cuestas. Se va otro barco a su pantalán. Yo soy sin embargo hombre de
andén.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">20:01<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Me adelanta un SAAB. Los niños se
pelean por una botella de agua. Los niños se pelean por todo. Ya saben que en
la vida, nadie regala nada. Y con el SAAB, viaje al pasado. Así iba, con el
SAAB al entreno. También aquel día que me invitaron a jugar contra el primer
equipo. “Chicos queréis dejar de gritar”. Las pesadillas también requieren
concentración. El SAAB se escapa, como el Mercedes Blanco que cantaba Kiko,
camino de la feria del ganado. Siguen a lo suyo. Encarando portería lo vi
claro. Con la diestra, puntita por aquí, cadera rota y apertura de piernas. ¿Una
invitación a colarla por el puente? Tal vez. No lo pensé. Un buen delantero no
lo piensa nunca: caño y saltito. Así se combate en esta vida. “Queréis dejar de
gritar de un coño de una vez”. Se miran contrariados. Encaro portería y ZAS.
Noto el contacto primero, el crujido después y el dolor llegando. Clímax del
malo. El conocimiento por los suelos y todo blanco. En el hospital me operaron
de urgencia. Nada volvió a ser como antes. Me dejaron el andén y la vía, pero
se llevaron el tren. En la maleta solo había vendas. El puto Maño se disculpó.
Mi coche seguía en la puerta de los campos, dos semanas después de ese entreno.
Doy el intermitente, pero una señora vacila si cruzar o dejarme pasar. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Señora espabile</i>. Joder, con la
indecisión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">20:35<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">“¿Otra vez hamburguesas?”. Comida
gratis para una familia pobre. “¿Qué quieres cenar: caviar o marisco?”. Tenso
los músculos de la cara hasta que se tuerce la boca. Es lo más parecido a una
sonrisa. Necesito una táctica. Todo el mundo necesita una táctica. “No jodamos
también con la cena”. Demasiado largo el día para pensar en una táctica. “Vaya
mierda de cena”, suelta el grande. Siempre hablando así, con palabras
malsonantes. “Quieres dejar esas jodidas palabras para cuando te hagas mayor”.
El pequeño es más educado. Un diamante en bruto. Saco el móvil y busco
información sobre escalada. Sponsors, marcas, caché… Nada de nada. El mundo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">freelance,</i> la vida pirata. Colgados todo
el día como lagartos. De aquí para allá. Tal vez no esté tan mal. Quién sabe.
Igual le va mejor que a mí. Así es a veces la vida. A quien todo lo tiene,
Alfaro se lo quita. Y lo que del Nido prometió, a un sobrino se lo dio. “Si no
os coméis toda la hamburguesa no hay premio”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">21:25<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">En media hora llega mi mujer. Los
pequeños en la cama, con la<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> tablet</i>
bajo la sábana, viendo dibujos. Es un acuerdo al que hemos llegado. Tirado en
el sofá, todo acuerdo parece bueno. Luego, cuando ella llegue, apagarán los
aparatos y se harán los dormidos. Como del Nido cuando le pedí explicaciones.
Le faltó decirme: “a ver si te crees que yo voy prometiendo puestos a cualquier
hijo de vecino”. Saco una cerveza del congelador. Esa era la promesa. Adiós a
las cervezas yo, adiós a los cigarros ella. Las gallinas que salen por las que
entran. Prohibiéndonos vivir la vida. Plan de pensiones, pero sin plan de
presentes. Una vez me tocó un premio literario. Leer en el fútbol está mal
visto. Como ser mariquita. Nadie quiere ducharse con un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bujarra,</i> ni hablar a alguien que construye oraciones largas. Algo
supersticioso, cuestión de ignorancias. Apuro la cerveza. Cojo otra. Siempre
hay algo a lo que agarrarse.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: "times new roman" , serif;">22:06<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "times new roman" , serif;">Escucho pasos. Los pequeños se
revuelven. La puerta de casa se abre, al tiempo que se apaga la luz del cuarto
de los pequeños. Me acerco a darle un beso. “Hueles a alcohol”. Así son las
cosas. Primer round del decimoctavo<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>combate. El boxeo no es como el fútbol. Es más directo. Nadie espera un
caño para justificar las acciones. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Y tú
hueles a tabaco,</i> pienso. Pensar es lo más prudente que se me ocurre.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Prudencia y elegancia. Pero faltan golpes
certeros. “¿Qué han cenado?”. Cenar es de ricos. Un lujo en consonancia con
esta casa que no nos podemos permitir. Aspirar a ser un gran entrenador es
mejor que aspirar a ser un gran futbolista cuando eres cojo. “Han cenado
hamburguesa”. Esa es la última respuesta antes del nuevo envite. “Joder, te
dije…”. Me cierro atrás. Todo el equipo apelotonado en el área. Nada me puede
salvar del presente. O tal vez sí. Cerrarme atrás.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Catenaccio italiano. Mientras ella finta y
golpea. Luego se duchará y mirará un rato la tele. Para acostarse sin un adiós.
Sigue hablando. No escucho lo que dice. Esa es la táctica. Balón que caiga en zona,
al campo contrario. Tener un Plan B a veces es bueno. Mantener el partido en
empate, ahora resulta fundamental. Luego tal vez, pueda beberme otra cerveza.
No hay nada mejor que hacer en un andén en vía muerta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify;">
<br /></div>
<br />Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-89375646362766265792018-06-27T18:11:00.001+02:002018-06-27T18:15:11.180+02:00REFLEXIONES A PIE DE TABLERO (Accésit del XX Premio Internacional de Relato Breve Julio Cortázar)<div class="MsoNormal" style="line-height: 32px; text-align: justify;">
<div style="line-height: 32px;">
<span lang="ES-TRAD">Ahí estaba, a tres centímetros del poderoso alfil, a punto de matar al rey blanco. Todo un honor para cualquier ficha, y mucho mayor teniendo en cuenta mi condición de peón. Era una decisión sencilla, solo tenía que dar un paso firme, y esa noche en la caja todos brindarían en mi nombre… incluso las torres que tenían por costumbre mostrarse distantes.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 32px; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">De repente percibí la presión de los dedos índice y pulgar alrededor del cuello. Y con ellos volví a notar esa sensación de desprecio hacia los míos, tan extendida entre cuadrículas. Nunca se nos respetaba, ni en estos instantes cruciales en los que nos convertíamos en imprescindibles soldados de largo sable.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: "roboto" , "arial" , sans-serif; font-size: 13px; text-indent: 47.2px;"></span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-TRAD" style="text-indent: 35.4pt;"> Lo que hasta el momento semejaba una decisión sencilla se tornó en un complejo dilema, y todo por la falta de tacto del ideólogo, siempre pendiente de su ombligo. Lejos quedaba ya la arenga anterior a la batalla. “Sois los mejores, sin vosotros esto no sería posible, hacéis que nos sintamos orgullosos, todos estamos en el mismo barco…” Palabras vacías, huecas, que ahora parecían perderse en el firmamento como el globo que escapa de las manos de un niño.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"> </span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 32px; text-align: justify;">
<br />
<div style="line-height: 200%; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: black;">Volví a notar sus dedos. Él seguía ahí presionando el
cuello. Entre tanta reflexión había ignorado por un momento su presencia. Posiblemente
estuviera sonriendo, satisfecho de la buena suerte. Y entonces se agrandó la
duda ¿qué se nos había perdido en esa batalla? La respuesta dibujó un rictus
agrio y me acordé de mi padre, de mi abuelo y de tantos otros peones avanzando
como caballos con anteojeras, abriendo camino al resto de la tropa. Paso a
paso, poco a poco, cayendo como moscas al capricho de una mano tuerta.
Dejándonos la vida a las órdenes de un señorito cuando las energías las
debiéramos emplear en enfrentarnos con el que manda o en escapar de ese circo. <o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: black;">Pero nadie pensaba así en el lugar, y tenía miedo de
compartir mi visión con el resto. Además no era el momento. Noté una mayor
relajación del patrón. Ya no le sudaban los dedos, pero seguía apretándome el
cuello. Y el ambiente comenzaba a ser festivo para las negras. Yo sin embargo iba
hacia el precipicio. No me quitaba de la cabeza el ninguneo al que normalmente
éramos sometidos. Y me repugnaba la arbitrariedad de esa misma cabeza pensante
que siempre exponía con alegría a cualquier peón para proteger a las demás
piezas.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: black;">Y de nuevo me azotó el vértigo sobre la vertical. Una vez
suspendido, noté la euforia con la que él me balanceaba en el aire, antes de
plantarme en la casilla en la que estaba el monarca. Se había terminado el
tiempo de la reflexión. La rabia cosechada en el último minuto ayudó a
multiplicar fuerzas. Lo tuve claro. Volqué todo mi peso sobre el costado
izquierdo y comenzó un pulso sostenido con los dedos a los que servía.
Finalmente, pude doblegar su voluntad, y me precipité a la casilla contigua
dando un paso al frente y cayendo sobre el tablero con la sonoridad con la caería
un elefante sobre el parche de un tambor. <o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: black;">Se hizo el silencio. Luego se escuchó una sonora carcajada
que provenía del titiritero de las blancas, y a él le siguieron un sinfín de
movimientos en ambos ejércitos, o lo que quedaba de ellos. Los míos parecían
arrastrarse, casi sin aliento, fatigados ante la dureza de la contienda,
mientras que los paliduchos mantenían el ritmo alegre de la huida.<o:p></o:p></span></div>
<div style="line-height: 200%; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: black;">Finalmente la partida terminó en tablas, aunque el rostro
de mis compañeros indicase otra cosa. Esa noche no hubo fiesta, ni brindis por
mí, ni torres amables, ni risas largas... pues dentro de esa caja que parecía
más pequeña que otras noches, solo crecían espaldas anchas y negras sombras.
Entre ellas, mis ojos sepultados latían con fuerza, y al rictus de amargura le
había sustituido una sonrisa impredecible ante la ausencia de luna.<o:p></o:p></span></div>
<br /></div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-54147587279394403152018-02-19T22:46:00.001+01:002018-02-19T22:49:03.848+01:00POLICÍA O "SECARIA (Segundo premio del I Concurso Internacional de Relatos Cortos Sobre la Violencia de Género de la Fundación Luz Casanova)<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: left;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
El cole me empieza a aburrir, siempre tenemos muchos deberes
y cada vez jugamos menos, pero hoy la seño nos ha mandado una actividad<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>muy “guay”. Nos ha encargado para mañana que
pensemos qué queremos ser de mayores. En el recreo algunas compañeras me han
dicho que quieren ser princesas salvo Laura, Nuria y María que quieren ser
maestras; Esther que quiere ser futbolista y Lola que va a trabajar en el circo
como sus padres. Yo he estado a punto de decirles que ser princesa es lo peor
del mundo, que no se crean que es todo como lo pintan en los cuentos, que los
cuentos siempre mienten ¿o han visto algún dragón o algún duende con siete
años? </div>
<a name='more'></a><span style="background-color: #cccccc; color: red; font-family: "calibri"; font-size: 16px;"><!--more--></span><span style="background-color: #cccccc; color: red; font-family: "calibri"; font-size: 16px;"><!--more--></span><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<!--more--></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-align: justify;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"> </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"> </span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%; text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<span style="background-color: #cccccc; color: red; font-family: "calibri"; font-size: 16px;"></span>Pero al final no se lo he dicho, ¿para qué?, no me iban a hacer caso.
Nunca me lo hacen. Ni aunque les hubiera dicho que mi madre es princesa me
hubieran creído. Peor para ellas. Yo todavía no lo tengo claro pues antes
necesito saber que significa “secario”. Se lo podría preguntar a mi mamá, pero
no quiero molestarla con esas cosas, porque ya tiene demasiado en qué pensar.
Además prefiero que sea una sorpresa, y si al final decido ser “secaria”, que
se entere dentro de unos años. Si en el cole nos hubieran enseñado a utilizar
el diccionario lo podría encontrar rápido. Lo mejor es que busque el
diccionario y se lo lleve mañana a María, pues como es la más lista de la clase
seguro que ella ya sabe cómo encontrarlo, y con lo que ponga decidiré lo que
quiero ser. Lo que tengo claro es que decida lo que decida no voy a ser
princesa porque no es divertido. Mi madre desde que es princesa siempre está
triste o de malhumor, y cada vez habla menos conmigo. Bueno conmigo y con el
resto de las personas. A la única que le cuenta sus cosas es a Pepi, una vecina
del edificio que al parecer fue con ella al colegio. Antes era peluquera,
cuando yo no tenía padre, y todo era diferente. Ella hablaba mucho. Una
cotorrilla decía mi abuelo, y vestía ropa de muchos colores y se maquillaba
bastante y tenía siempre una sonrisa en la boca. Pero desde que es princesa todo
ha cambiado. Ya no queda para ir a cenar con los amigos, y a mí no me deja en
casa de los abuelos nunca. De hecho antes iba todas las semanas y ahora los veo
muy poquito. Y es que el cargo de princesa es un rollo. Mi padrastro al
principio siempre decía: “princesa con quién hablas”; “princesa no te pongas
esto”; “hoy no toca salir de casa princesa”... y así poco a poco ha convertido
a mi madre en otra persona. Está siempre viendo la tele, y de vez en cuando
rompe a llorar. Tal vez es porque como dice la seño cada uno debe ser lo que
quiera ser, y no lo que otros deseen, y en este caso igual mi madre prefiere
ser peluquera, pero es princesa para contentar a mi padrastro. Yo para que no
esté triste intento que se distraiga jugando conmigo, pero ella nunca quiere. A
lo mejor la culpa de todo es mía, pues como decía la abuela me tuvo demasiado
joven. Pero eso lo voy a arreglar, por eso mañana le diré a la profe que de
mayor quiero ser policía o “secaria”. Y quiero ser una de las dos porque mi
madre cuando habla con Pepi, y yo me coloco detrás de la puerta con los dibujos
en el salón muy altos para que crean que los estoy viendo, le cuenta como mi
padre adoptivo le grita o la empuja, y le dice que le gustaría denunciarlo,
pero no tiene fuerzas. Pepi le dice que si ella no lo denuncia, un día se
plantará en comisaría y lo denunciará en su nombre. Yo creo que es porque mi
madre es muy tímida, y como cada vez habla menos, cada vez es más tímida. Si yo
fuera policía todo sería más fácil. Además Pepi le dice que esto si no lo corta
va a ir a más. Tal vez por eso el otro día la pelea fue más fuerte, y se pasó
tres días con gafas de sol dentro de casa. Pepi cuando la vio se puso hecha una
fiera y se le ocurrió una idea. Consistía en pagar a un “secario” para resolver
el problema. Luego se lamentaron porque no tenían dinero para hacerlo, pues
ninguna de las dos trabaja. Por eso quiero saber que significa “secario”. Yo
supongo que es una persona que consigue cambiar a la gente, y hacer que sus
promesas se cumplan o algo así ya que mi padrastro más de una vez le ha dicho
que lo siente y que va a cambiar, pero al final siempre le grita y le habla
mal. Me sorprende que en los libros eso nunca te lo cuenten. Si lo hicieran,
mis amigas no querrían ser princesas. Yo viendo lo mal que lo pasa preferiría
que él en vez de príncipe fuera una rana. Una rana verde y pequeñita que la
hiciera reír. Y aunque siempre dice que es él quien trae el dinero a casa, eso
no es importante, porque mi madre puede volver a ser peluquera, y mantenernos a
mí y a la rana. Pero para salir de dudas y decidir cómo ayudarla tengo que
encontrar el diccionario o preguntarle mañana a la seño directamente que es un
“secario”. Aunque mi madre siempre me dice que tengo que valerme por mí misma.
Aunque en este caso es complicado, pues si no sé buscar en el diccionario ni
puedo preguntarle a los que más saben ¿qué voy a hacer? Supongo que lo más
fácil sería elegir ser policía y meterle en la cárcel hasta que cambie. Además
seguro que en la cárcel hay “secarios” trabajando que le ayudan a cumplir sus
promesas.<o:p></o:p></div>
<br />
<br />Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-37164981361463470102017-06-02T23:54:00.003+02:002020-07-28T09:33:34.306+02:00DIEZ PASOS PARA ENCONTRAR LA FELICIDAD (Finalista del IV Certamen de Realtos Alberto Fernández Ballesteros)<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: left;">
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; text-align: justify;">PASO
UNO: Acércate a la fachada de tu casa. Fíjate en la pared. Llevas cinco años
pagando fielmente la hipoteca, y te quedan treinta por delante. Pese a ese
esfuerzo titánico parece que tiene humedades. Saca las llaves y abre la puerta.
Tener humedades pagando casi mil euros debiera estar prohibido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Deja que un sentimiento de congoja
te invada. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">“¿Qué
sentido tiene tu vida?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">No
hallas respuesta. La casa está desordenada. Desde que se fue Leonor nada se
parece a lo de antes. Dirígete a la cocina. Abre la bolsa y saca la pizza. Pon
el horno a calentar. Abre el frigorífico y extrae una cerveza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">“¿Qué
estará haciendo Leonor?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;">Deja
que te invada la duda. Tras dos cervezas y una llamada a tu madre, la pizza
estará libre. Sácala con los guantes que compraste en la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Teletienda </i>y acude con ella en el carro transporta comida (que
adquiriste en la cadena esa en la que tanto compras) al salón. Por el camino el
robot aspiradora te tenderá una trampa. Cáete. No es para lo que estaba
diseñado el robot, pero la vida a veces va más allá de cómo estaba diseñada.</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; text-align: center;"> </span><br />
<a name='more'></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"> </span><span style="background-color: #cccccc; color: red; font-family: "calibri"; font-size: 16px;"><!--more--></span><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; text-align: center;"></span><br />
<!--more--></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<div style="text-align: center;">
</div>
</div>
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras recoger la pizza del suelo te tumbas en el sofá de cuero que os regalaron tus primos por la boda, y con el mando en una mano, cambias de canal mientras con la otra sostienes la porción que parece querer desprenderse.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Mira el mando. Respira aliviado. Menos mal que has contratado la televisión de pago, pues si no ahora tendrías que aguantar noticias desagradables del mundo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO DOS: Tras la siesta improvisada te das cuenta que el sentimiento de congoja sigue estando presente. Afortunadamente lo cobras bien, y la crisis no se ha llevado por delante tu empleo porque, si fuera así, (deja que te invada una congoja mayor) a ver cómo pagabas la hipoteca de esa casa llena de humedades.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Un pensamiento te conduce a otro y Leonor tampoco te ha llamado hoy.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Reflexiona: “si lleva treinta y cinco días fuera de casa y no llama, tal vez sea porque no quiere volver”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Necesitas algo para no pensar en ella. Levántate. Vete a la cocina y coge del frigorífico el helado de chocolate. Te invade una duda. A la dietista le dijiste que ibas a tomar helado solo los fines de semana, y estamos a martes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Pregúntate: “¿quién es la dietista para tomar decisiones por mí?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Tienes razón. Cucharilla en mano devoras la caja de helado de chocolate mientras en la tele sigues viendo series americanas de bajo presupuesto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Vuelve a repetirte: “Menos mal que la televisión es de pago”. Dítelo fuerte. “MENOS MAL QUE LA TELEVISIÓN ES DE PAGO”. Hay que reforzar los avances que existen en los países desarrollados.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Tras el helado, el sentimiento de congoja sigue ahí, como si fuera un cachorrito acurrucado sobre el pecho de tu perra. Es la segunda vez que se te viene a la cabeza la congoja. El asunto empieza a ser serio. Lo malo de trabajar solo por las mañanas es que luego tienes todas las tardes para pensar, y cuando los pensamientos no acompañan, la vida resulta muy cuesta arriba, como cuando tu pareja te dice que tenéis que hablar después de medio año sin apenas intercambiar palabras. Decide algo pero decídelo ya, de lo contrario te volverás loco.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO TRES: Camino del centro comercial en el Todocamino el mundo es maravilloso. Echas de menos a Leonor, llamando a alguna amiga y contándole la última adquisición en artículos de cocina, o esa joya que de camino a casa le compraste. No te preocupes. Seguro que un día de estos encontrarás en la sección femenina, esa en la que siempre te detienes para añorar la ausencia de tu ex, a alguna mujer dispuesta a ser agasajada con lencería interior.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pon la radio. A veces escuchar música te permite distraerte. Cambia de emisora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">“¡CUIDADO!”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Di mierda: “Mierda”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">No. Dilo más fuerte. “MIERDA”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Acabas de chocar con un coche cochambroso. El golpe no ha sido grande pero ya has aboyado tu flamante Todocamino. Bájate cabreado. Échale en cara al <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“gualtraposo”</i> ese que no se puede frenar a lo loco, que hay que señalar los movimientos, que de qué va. Mueve los brazos con muchos aspavientos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Di varias veces vaya tela: “Vaya tela”, “vaya tela”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Fíjate. El “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">tirado”</i> ni se inmuta. Arregláis los papeles y el del coche cochambroso se va tan feliz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Te lo estás preguntando. Hazlo en alto para que las palabras alcancen una dimensión más terrenal: “¿Cómo se puede ser feliz con ese coche de mierda?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO CUATRO: Gira la cabeza desaprobando la forma de conducir de todo el que hay alrededor. Resopla unas cuantas veces. Toca el claxon siempre que te lo pida el cuerpo. Blasfema y acuérdate de los ancestros de algunos conductores. Con coches como el tuyo deberían dar preferencia en la carretera, incluso por delante de ambulancias u otros vehículos de urgencias.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Notas algo en el pecho. Es como si el sentimiento de congoja creciera, como si tuvieras un flotador pequeñito alojado en los pulmones y alguien, Leonor mismo, soplase para que te faltara el aire.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Da el intermitente a la derecha. Menos mal que ya has llegado. Aparcas el coche en discapacitados. Siempre lo haces, porque como eres buen cliente sabes que no te van a decir nada. Además tú ahora no tienes pareja por lo que de alguna manera te sientes algo discapacitado e incluso, si te obligaran a ir a juicio, podrías ganarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sonríe. Menos mal que te tienes a ti mismo para alegrarte el día.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO CINCO: En la sección de caballero revisas toda la peletería. Siempre es cara esa sección y no hay mejor cura para tu congoja que demostrarte lo qué vales. Pese a ello, das dos vueltas y no te convence nada. Dudas si preguntar, pero todas las dependientas están ocupadas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Da igual. No es lo que estás buscando. Continúa andando. Date prisa, pues aunque el sentimiento de congoja ha disminuido, sigue estando latente. Coge el ascensor. En él, un par de señoras conducen sus carros de marca. Da gusto cuando las marcas están presentes desde el nacimiento. Un sentimiento de orgullo nace en tu pecho, consiguiendo que respires con más holgura. Párate un momento. Esos pensamientos pueden ser clasistas. Sonríe. Eres clasista. Lo sabes y además estás orgulloso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO SEIS: Coge esa perchita. Pon a contraluz las bragas que acabas de mirar. Esas bragas le podrían sentar bien a muchas personas, entre ellas a la dependienta que no te quita ojo. ¿La recuerdas? Te ha vendido muchas cosas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Acércate y pregúntale algo banal: “¿Tenéis algo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Agent Provocateu?”.</i><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Has dado en el clavo. Así por lo menos demuestras que tus gustos son exquisitos, y que a tu lado iba a estar como una reina. Te mira raro. Levanta una ceja y te dice que no conoce la marca. ¿No la conoce? Piensa que rápidamente le regalabas un conjuntito y luego, después de gastarte un pastizal se lo quitabas a bocados.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">NO. No se lo digas. Era un pensamiento loco. Hay ciertos códigos que un caballero debe tener presentes. Y más si quiere dejar constancia de tener estilo y clase.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Obviado el impulso te asalta un pensamiento. “Necesito sexo ya”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Sugiérete “Tal vez llame a Leonor esta noche”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Y esa sonrisa que tiene la dependienta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Hazte preguntas en ráfaga como si fueran balas que salen de una kalashnikov: “¿Le habré hecho gracia?”. ”¿Se estará riendo de mí?”. “¿Me estará intentando seducir al conocer mi solvencia económica?”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Tal vez debieras explicarle que esa marca es la más cara del mundo cuando a lencería se refiere, y que viéndola con los ojos con los que la ves, no te importaría regalarle un conjuntito.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Vuele a aparecer el silbido en tu garganta. La situación te desconcierta tanto que te planteas abordarlo de una forma seria. Invítala a cenar. Mejor no. Tal vez hoy no sea el día. Dale las gracias. No divagues y huye. Además, en esa sección poco se te ha perdido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO SIETE: Es el momento de acertar de una vez por todas antes de que te falte el resuello. En el departamento de informática siempre hay juguetitos que te pueden apartar de tus problemas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Observas todo. Lo ves con avidez. Sabes que si tuvieras un mejor sueldo o una hipoteca más baja te podrías llevar varias cosas un mismo día. Pero no se puede tener todo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Te detienes en portátiles de última generación. Son caros pero deben de darte prestaciones que no tiene ni el Todocamino. Aunque por otra parte en casa ya tienes cinco portátiles. Tal vez para una persona sola, aunque seas publicista, son muchos portátiles.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Di que no: “NO”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Tus pies se resisten a abandonar esa sección.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Gira el cuello. A la derecha tienes la de fotografía. Es un mundo que te apasiona, pero no tienes ni idea de tirar una foto y, aunque como publicista ese dato lo obvias en tu perfil, la realidad siempre es más cruda de lo que uno quiere ver. Se te vienen a la cabeza las humedades. Es el claro ejemplo de realidad cruda, mohosa y resbaladiza. Tan resbaladiza como el dinero que destinado al pago de la hipoteca te quita religiosamente el banco.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">No te pierdas. Vuelve al aquí y al ahora. Recuerda que las tres últimas cámaras las has terminado regalando a algún familiar listillo. No es el momento. Mejor vete a la sección de robótica.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Piensa que es un acierto que una gran superficie tenga una sección así. La pena es que no estén suficiente explicados los diferentes “cachivaches inteligentes”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Coge por banda al dependiente de turno y pregúntale cosas. Al final el hombre terminará explicándote el funcionamiento de un robot limpia-fondos de piscina, el de un robot mayordomo que te recibe siempre con un “Hola señor. ¿Cómo está usted?” y el robot que cocina solo y que va cuatro planetas por delante de la Termomix que desde que no está Leonor se ha quedado desempleada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De repente ves un perrito robot que solo cuesta mil euros. Dirías que es una monada llevándote la mano derecha a la boca, pero siendo un hombre con barba al que acaba de dejar su mujer no es tal vez el comportamiento más esperado en una sociedad estereotipada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No obstante, cuando has visto ese perrito robot, te has dado cuenta que ahí está la felicidad y que tal vez, teniéndolo en tu poder, te libere de esa presión en el pecho. La emoción es máxima. Empiezas a levitar por el establecimiento. Te gustaría aletear como un niño pequeño, pero frente a eso, le dices cinco veces seguidas al hombre de azul que te atiende que quieres ese robot perrito.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El dependiente levantará las cejas. Piensa que tal vez has sido desmedido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Dile que… no sé… invéntate algo que te haga parecer normal.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Justifícate: “Es que a mi hija pequeña le hacía mucha ilusión en las pasadas Navidades y no encontramos nada”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El hombre lo levanta y se dirige al mostrador. Acompáñalo. Notas como vuelves a recuperar la alegría. Caminas con determinación. Abres la cartera y de ella sacas distintas tarjetas. No sabes si pagar a débito o a crédito. La emoción te impide que pienses con claridad. Dile que te diga un número del uno al dos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">“¿Dos?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Pagas con una Visa Oro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO OCHO: Camino a casa con el coche aboyado y el perrito robot en el maletero del Todocamino todo es felicidad. Te sientes lleno, completo, libre de presiones. No necesitas nada, ni a nadie. Ya no te acuerdas de Leonor. Conduces como si fueras un adolescente problemático al que le acaban de dejar el coche. La vida debería ser ese sentimiento de ligereza todo el tiempo. Y en el pecho, ni rastro del flotador que te oprimía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya en la urbanización ve saludando a todos aunque no los conozcas. No se es tan liviano todos los días.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Dejas el coche perfectamente aparcado en el garaje. Te llenas de valor para enfrentarte, con tu robot en la mano, a las humedades de la mañana.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nada. No te duelen nada. Tanta congoja y al final por menos de mil euros un cánido inteligente te ha solucionado el problema. Te tumbas en el sofá de cuero satisfecho y pones la tele.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Deja que la caja descanse sobre ti. En ella estará segura tu brillante solución. Sin agobios, sin problemas, ni la necesidad de llamar a un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ñapas </i>para que te cobre por una chapuza. Todo es redondo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Con la tele de pago sonando de fondo te quedas dormido, como cuando eras niño y no parabas durante todo el día.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO NUEVE: Levántate aturdido. La televisión sigue puesta aunque no sabes realmente cómo has terminado ahí. Asústate. Notas un pequeño peso opresor en el pecho. Relájate. Es el perrito robot que compraste ayer. Con tanta emoción no lo probaste.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Abre la caja con cuidado. Enciéndelo. No leas las instrucciones. Seguir las instrucciones es para analfabetos o funcionarios y tú eres un emprendedor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Disfruta de él. Tras un rato manipulándole sientes necesidad de compartir la compra con algún afecto. Saca del bolsillo del pantalón el móvil de última generación con el que intentas dar envidia a todos los compañeros de trabajo. Mira que te costó conseguirlo. Busca en la agenda de contactos la persona idónea con la que compartirlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pasas los de la familia. Con la mitad solo tienes relación en las bodas, y la otra mitad siempre está ahí, pero te aburren. Llegas a Leonor. Omítela. Si la llamas tampoco te va a responder. Pasas los del trabajo. Te odian en la misma medida en la que tú los odias a ellos. Pasas los contactos de la universidad. A los cincuenta te quedan lejos. Luego hay contactos sueltos. Te paras un momento en un nombre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">“¿Agustín?”. “¿Quién carajo será Agustín?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Di con verdadera sorpresa: “¡Ah, el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">cochambroso</i> de ayer!”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Vuélvete a preguntar por qué era feliz ese hombre con el coche ridículo que llevaba. No obtienes respuesta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Definitivamente no tienes a nadie con quién compartir la última compra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Repítete que lo mismo da, que eres un tipo feliz con un perrito robot gracias a un buen sueldo, acorde con tu buen chalet y tu mejor coche y que poca gente puede decir eso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras jugar un rato con él, miras hacia la humedad. Está ahí, no te despierta congoja, aunque la sensación de plenitud de ayer por la tarde frente al dependiente ha remitido. Reflexionas sobre el poder del dinero. Que dijera un número del uno al dos, con tu tarjeta de débito en una mano y la de crédito en otra, no está pagado. Tal vez suene un poco snob o pretensioso, pero tus padres te enseñaron a ser consciente del poder que tienes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras jugar un poco con el perrito robot déjalo estar, no vaya a ser que se estropee el primer día.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">PASO DIEZ: El perrito robot sigue ladrando al robot aspiradora. Las guerras entre ellos son fratricidas y tú ya estas harto de tanto ladrido enlatado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Es el segundo fin de semana que pasas con el chucho desde ese martes y te está sobrando la última semana. Cógelo. Desconéctalo. De camino al sótano reparas en las humedades. Detente frente a ellas. Vuelve a parecerte una locura que una casa por la que pagas una hipoteca tan alta tenga humedades.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Notas ese flotador de nuevo en tu pecho. La sensación de congoja vuelve a aparecer con fuerza. Caminas rápido por el jardín hasta dar con la puerta que te lleva al sótano. Enciendes una bombilla sin lámpara. El polvo del lugar te hace estornudar. Al final ves la puerta. Te diriges a ella esquivando cinco bicis compradas en los tres últimos años. El perrito robot sigue en tu brazo derecho. Con el izquierdo abres el pomo de la puerta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Un mar de objetos se avalancha sobre ti. Terminas medio sepultado por los cachivaches que has ido guardando en el trastero desde que llevas en esa casa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Cinco años son muchos objetos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Tras incorporarte intentas meterlos de uno en uno en esa habitación del demonio. La mitad de ellos no sabes cuándo los compraste, y la otra mitad desconoces para qué sirven. Cuando ya solo queda el perrito robot, apenas hay espacio. Lo metes con fuerza y cierras la puerta con pestillo. Ahora, después de dedicarle esa media hora a ordenar basura hazte la pregunta del millón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">“¿Para qué quieres tantos objetos inservibles?”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Tal vez encontrando la respuesta adecuada puedas poner orden en tanta desdicha.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Se hace un silencio más rotundo que tu soledad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">No hallas respuesta, pero alguien está soplando con fuerza en tus pulmones.<o:p></o:p></span></div>
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%;"><span style="mso-tab-count: 1;"></span></span><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 24px; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;">Apresúrate. Coge el coche y acércate al centro comercial. Seguro que allí puedes poner freno a esa sensación de ahogo.<o:p></o:p></span><br />
<div>
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 24px;"><br /></span></div>
</div>
</div>
</div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-59842166387723725102015-02-23T14:29:00.001+01:002015-02-23T14:30:24.049+01:00APUESTAS DE CIRCO<a href="https://c2.staticflickr.com/4/3213/3063311872_71b2478a9e.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="249" src="https://c2.staticflickr.com/4/3213/3063311872_71b2478a9e.jpg" width="320" /></a>Se dirigió a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivocaba. Abrió la puerta e introdujo a veinte niños. Los felinos, sin embargo ignoraron por completo sus presencias y continuaron boquiabiertos mirando como, en lo alto de la carpa, el decimoséptimo paquidermo hacía equilibrio sobre esa fina tanza tan bien tejida por la araña. Mientras el público seguía embobado tarareando la pegadiza canción.<br />
<br />
Los leones entendieron que en ese lugar...<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<a href="http://transmutarte.com/" target="_blank">CONTINÚA EN</a>...<br />
<br />
<br />
<br />
<br /></div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-68099741327995887532014-07-22T11:17:00.001+02:002014-07-22T11:17:26.969+02:00CUENTA ATRÁS (No es mío, aunque me gustaría)<div class="MsoNormal">
<span style="line-height: 115%;"><span style="font-family: inherit; font-size: large;">Antes de que
vuelva papá debo recoger mis juguetes, lavarme, peinarme y volver a vestirme
con la ropa que me ha comprado. Va a venir toda la familia a verme, incluso
mamá, dice que me iré con ella para siempre, que lo que papá le hizo no tiene
perdón. Es verdad, cuando se enfada da miedo, pero a mí me gusta jugar con él.
Oigo la cerradura. Es papá. Me meto de nuevo en la caja. Es un poco estrecha,
pero como está forrada por dentro no es incómoda. Me quedo todo lo quieto que
puedo, no vaya a pensar que no estoy muerto.</span><span style="font-size: small;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><a href="http://espiralesdetinta.blogspot.com.es/" target="_blank">Relato escrito por Fernando Martínez</a></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8mqy2AQ_6tNhsulTtnalLi4KbuT5zHD2zBOUBDTVHkBufgjlakVHHcg4PymbanaHVNrygimlRnlgCz3abcIhpNkofCZ_1EYBJB1q5zuq7bf14oy8X7xSgFtdGegTs91072IizgC1qY1Y/s1600/despojos+REC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8mqy2AQ_6tNhsulTtnalLi4KbuT5zHD2zBOUBDTVHkBufgjlakVHHcg4PymbanaHVNrygimlRnlgCz3abcIhpNkofCZ_1EYBJB1q5zuq7bf14oy8X7xSgFtdGegTs91072IizgC1qY1Y/s1600/despojos+REC.jpg" height="280" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-35306690099298564762014-07-10T12:13:00.002+02:002014-07-10T12:39:56.356+02:00DUELO DE LÁPICES<div class="MsoNormal">
<a href="http://th09.deviantart.net/fs70/PRE/i/2013/271/9/4/commission___the_curiosity_shop_by_heartgear-d6obbmr.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://th09.deviantart.net/fs70/PRE/i/2013/271/9/4/commission___the_curiosity_shop_by_heartgear-d6obbmr.jpg" height="320" width="231" /></a><a href="http://th09.deviantart.net/fs70/PRE/i/2013/271/9/4/commission___the_curiosity_shop_by_heartgear-d6obbmr.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a>Para amenizar mis cincuenta y tantos, dado que
no soy de burdeles, ni de clubes de solteronas decidí engañar a mi mujer con
una curvilinea muchacha colombiana. Tomé papel y lápiz y me puse manos a la
obra. Mi mujer, escritora como yo, leyó por casualidad la citada noche de
pasión, y con el despecho y la habilidad de saber como joder, esa noche se
acostó en mi mismo papel con otro mucho más joven y guapo que yo. Ante tal
osadía de llamarme cornudo sin rodeos, dolido por la maldad del acto más que
por los seis orgasmos que le profirió el buen mozo, decidí de las infinitas
posibilidades jugar con un trío de mujeres multiétnico (pues dicho sueño
llevaba tiempo rondando mi cabeza). Supongo que cuando lo leyó le entraron los
mil males, y lo de detallarme en el siguiente pasaje como se lo hizo con los
del club de ajedrez (tan blanquitos, tan insulsos, tan poca cosa, tan como yo) resultó
de lo más ruin que me podía haber imaginado. Por ello, dado que la sencillez
siempre es más redonda, advertí que volver desde la nostalgia con mi exnovia
sería un golpe a la altura de tan dura contendiente. Me hicieron falta doce
páginas acompañadas de llamadas a deshora, diversos juguetes sexuales, comida
variada, y una fuerza adolescente. Aunque lo intenté con las fantasías más dispares, finalmente (muy a mi pesar), ganó ella. El último golpe por
KAO y con una frase le sobro: "Estoy con Paco (tu mejor amigo). No es
prosa, es sexo."</div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-38323520386323008432014-05-14T08:08:00.002+02:002014-05-14T08:09:18.275+02:00TABACOSu padre fue a por tabaco y no regresó.<br />
<br />
Su marido fue a por tabaco y no regresó.<br />
<br />
Su hijo fue a por tabaco. <br />
<br />
Cuando regresó la madre ya no estaba.<br />
<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVQinb-20bYw2iQxVr-ziyyE9CXLBC1g_SsDxMYsawLp8l8zqYf8WOqga7AOQlwO4EkJmlcNBFijyDnjvZHOYPS6xbaz8i1eXiIXGf1VRw0GvSoHH0MXEWY9Q4udVINezO-LLcx7CqoKs/s1600/1.JPG" imageanchor="1"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVQinb-20bYw2iQxVr-ziyyE9CXLBC1g_SsDxMYsawLp8l8zqYf8WOqga7AOQlwO4EkJmlcNBFijyDnjvZHOYPS6xbaz8i1eXiIXGf1VRw0GvSoHH0MXEWY9Q4udVINezO-LLcx7CqoKs/s320/1.JPG" /></a>Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-70778777955343608842014-03-06T17:32:00.002+01:002014-03-06T17:32:47.175+01:00PÁNICO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://fernandodevedia.com/blog/wp-content/uploads/2009/06/viejito.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://fernandodevedia.com/blog/wp-content/uploads/2009/06/viejito.jpg" height="239" width="320" /></a></div>
El otro día tuve la osadía de abrí un libro de terror. Las bisagras de sus tapas chirriaron como viejas puertas. Dentro me costó encontrar la luz, pero hubiera sido mejor no haberlo conseguido. Lo que allí vi fue espantoso, y las afiladas hojas resultaron peligrosísimas. Terminé de leer, con el corazón en un puño. Asustado constaté que este no era el mió, cerré las tapas con fuerza, fruto de la tensión, y la huella de mis dedos, ensangrentadas, quedaron grabadas como sellos. Una vez a salvo, note una mano en mi espalda. La paranoia se ha convertido en mi sombra.<br />
<br />
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-64755624729739140802014-02-12T22:09:00.002+01:002014-02-12T22:09:49.204+01:00SIEMPRE HAY UN ROTO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://www.paula.cl/wp-content/uploads/2013/11/toro.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://www.paula.cl/wp-content/uploads/2013/11/toro.jpg" /></a></div>
El hombre, natural de Pamplona, acostumbraba a vestir como un señorito, siempre de traje y chaqueta, con ropa tan cara como estirada. Era una completa impostura, pues su familia, de posibles en el pasado, había perdido todo su patrimonio en inversiones arriesgadas. Está máscara, dada la inercia de su pose, no se la quitaba en público. Eso sí, nada más entrar en el caserío que todavía conservaban, abandonaba su fina estampa: colgaba el cuerpo de espalda ancha y hombros altivos, con cejas inquisidoras y se calzaba el pantalón vaquero roto por la entrepierna, y la camisa descosida a la altura del sobaco. Ni que decir tiene, que con dichas prendas se encorvaba la espalda y fruncía el ceño, encogiendo las cansadas cejas. De esta forma, no desgastaba ni el traje ni la percha.<br />
<br />Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-28240156467998108062014-02-05T17:56:00.001+01:002014-02-05T17:56:08.363+01:00EL EURO, EL VIOLINISTA Y EL TRANSEUNTE<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9T2C3QdcD0qUwV1omXM9-xynSwgyrUNwyoDMxNNUs5eQHGM5wRA8HdHAck5T_XL98vuo28F7xcXF6Si7GVoaSGEVtGWg4j4RgK4e7i4z8ByoX1YbedweXCzt1ZWIHwu6NvcOEjYN7onA/s320/coin-flip.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9T2C3QdcD0qUwV1omXM9-xynSwgyrUNwyoDMxNNUs5eQHGM5wRA8HdHAck5T_XL98vuo28F7xcXF6Si7GVoaSGEVtGWg4j4RgK4e7i4z8ByoX1YbedweXCzt1ZWIHwu6NvcOEjYN7onA/s320/coin-flip.jpg" height="320" width="277" /></a></div>
La moneda salió del bolsillo del pantalón prieto, vaquero de un desconocido. Desde el dedo gordo de este transeúnte, trampolín del gesto, de lo diminuto, se elevó varios centímetros y en el aire, tras un carpado, trazó cinco mortales y dos tirabuzones antes de caer sobre el tapiz. La recepción no fue limpia, entró en contacto con la felpa y dio tres botes para luego, de canto describir una circunferencia rodeando las cinco monedas que le habían precedido dentro de la protegida funda del violín. Finalmente fue cruz. El hombre, que sostenía el instrumento, miró al joven, con cara extrañada, casi amarga, frunciendo el ceño y torciendo los labios. Debió de pensar para sí mismo “hay urbanitas gilipollas”, pero esa impronta fruto de un microsegundo, no le impidió quedarse con el botín, pues él, hijo de marinero, sabía que “todo o que cae na rede e peixe”. Luego observó la funda, con las seis monedas sembradas en la superficie y deseó que crecieran pero, como supo que eso era una quimera, decidió tocar, no fuera a ser que ante su inactividad volviera a recibir una limosna de otro gilipollas.<br />
<br />Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-46147710445211795072014-01-11T11:49:00.002+01:002014-01-11T11:49:14.233+01:00TERREMOTOPor fin quietas, las dos dejaron de temblar. Ante el nuevo estado, un fugaz cosquilleo las recorrió en dirección ascendente. Exhaustas se estiraron, descubriendo la planta de los pies. Una brisilla primaveral se coló entre los dedos. Hacia el norte la planicie se mecía verticalmente cuan mar calmo; culpable, un corazón batiendo sus alas, como queriéndose abrir paso sobre su pecho. En el rostro reinaba una sonrisa. Mientras, él encendió un pitillo.<br />
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<iframe width="560" height="315" src="//www.youtube.com/embed/X7YcdGYcR5U" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-86489418300351885062014-01-07T12:07:00.000+01:002014-01-07T12:07:01.537+01:00EL SISTEMA (No es mío, aunque me gustaría)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkWk5vkuggN14aQexSat2eBF8YXoYFiXSlQseb9H4BJd3JKo2pkE99e72EaYVde6BkUG3mFvAqmzF8-rSgHsHtrqnacz8r52w2_yRWsJlVFsdQnVDlGxyt0Xe3JDGX5p52-xtRy9gnoII/s1600/quino+1.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkWk5vkuggN14aQexSat2eBF8YXoYFiXSlQseb9H4BJd3JKo2pkE99e72EaYVde6BkUG3mFvAqmzF8-rSgHsHtrqnacz8r52w2_yRWsJlVFsdQnVDlGxyt0Xe3JDGX5p52-xtRy9gnoII/s320/quino+1.JPG" /></a><br />
Que programa la computadora que alarma al banquero que alerta al embajador que cena con el general que emplaza al presidente que intima al ministro que amenaza al director general que humilla al gerente que grita al jefe que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a la mujer que golpea al hijo que patea al perro.<br />
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<br />
<div style="text-align: center;">
DE EDUARDO GALEANO</div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-31581937674751917122013-11-27T22:26:00.001+01:002013-11-27T22:26:49.705+01:00LAS INDICACIONES<a href="http://www.downloadswallpapers.com/wallpapers/2012/outubro/indicando-o-ponto-wallpaper-30181.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="http://www.downloadswallpapers.com/wallpapers/2012/outubro/indicando-o-ponto-wallpaper-30181.jpg" width="320" /></a>Caminaba por la calle peatonal. La densidad de transeúntes era enorme y decidí salir en el primer cruce a la derecha. Cuando me tope con un conductor le pregunté por el camino más rápido para llegar al centro comercial. Me dijo que siguiera recto, hasta llegar al cartero, vestido de amarillo, luego torciera a la derecha, y me encontraría con un ciego; una vez allí lo más rápido sería coger la tercera en dirección al policía, girar de nuevo a la izquierda y seguir hasta encontrarme con una enorme casa roja. Desde ese punto, a escasos cincuenta metros norte encontraría los grandes almacenes. No fue así. Sospeche que habían derruido la casa.<br />
<br />
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-18320981597596116732013-11-22T19:54:00.002+01:002013-11-22T19:54:48.239+01:00PODERES FÁCTICOSNi que decir tiene en los tiempos que corren de la información, sobreinformación y desinformación, que existe una acuciante corriente de pensamiento que aboga por el planteamiento, cuestionamiento, e intersección (verdad o mentira) sobre todo lo que se nos dice, muestra o enseña, intentando desenmascarar los poderes ocultos que mueven al títere.<br />
<br />
Es motivo de lamento y pena, que esta misma corriente, de por hecho noticias pasadas, y por ende no se cuestione por ejemplo y en primer lugar el mito de la Torre de Babel. Si bien es cierto que Dios como político es y era muy poderoso, y pese a que está de sobra demostrado la existencia de un castigo divino bajo la intención de multiplicar las lenguas como panes, no queda tan claro que fuera medida tomada ante la arrogancia humana, sino más bien una argucia de El Señor, presionado por el papel preponderante (en todo su quehacer) por un obispado que ya tenía el ojo puesto en reconvertir el negocio hacía la enseñanza de idiomas, quedando de este modo desenmascarado el primer lobbie de los muchos que siguieron.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://personal.us.es/jcordero/DISTANCIA/obras14/42.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://personal.us.es/jcordero/DISTANCIA/obras14/42.jpg" /></a></div>
Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-17595844585459683702013-11-13T19:14:00.001+01:002013-11-13T19:14:21.473+01:00EL TIEMPO Y EL HOMBRE MADUROUn día el hombre maduro vio como el tiempo se posaba sobre su ventana, y aprovechando un despiste se abalanzó sobre él. Antes de que se diera cuenta tenía a ave cronos encerrado en la pequeña jaula de finos barrotes y suelo de latón que antes había sido de su jilguero y ahora parecía estar hecha a su medida.<br />
<br />
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4UeEr0r-cZtkZNqoW2LepqKV6q36Pn65kVn6STzafGeICjKi_mOTOWQMDwhJgZVwrx6TE8Cm7X8nA0pgn5yTHGuCs3lskPg13MBNt1AfVlXSNSq3azUjLxmLKhVSUV_vz2eOSMZ6Slcw/s320/hombre_enjaulado.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4UeEr0r-cZtkZNqoW2LepqKV6q36Pn65kVn6STzafGeICjKi_mOTOWQMDwhJgZVwrx6TE8Cm7X8nA0pgn5yTHGuCs3lskPg13MBNt1AfVlXSNSq3azUjLxmLKhVSUV_vz2eOSMZ6Slcw/s320/hombre_enjaulado.jpg" /></a>Aprovechando que el tiempo ni volaba, ni corría; el hombre maduro empezó a llevar una vida desenfrenada, abusando con buen criterio de todos los vicios, placeres y vicisitudes que llamaban a su mente, acoplando las nuevas costumbres a esa acomodada vida urbanita de la que hacía gala. Tal era el ajetreo del caballero, que no reparó en que cada vez el tiempo piaba con menos energía, e incluso se le veía más triste. Esas señales pasaron desapercibidas hasta que una noche cualquiera, mientras el hombre maduro cabalgaba a lomos de la luna, notó una punzada en el pecho, y su corazón se cayó sobre ese suelo de latón, en el que en algún momento había dormido el tiempo que ya no tenía.<br />
<br />Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5699670202415405986.post-56241078248362655072013-11-06T18:22:00.001+01:002013-11-06T18:22:35.200+01:00ENTRESIJOS DE UN SUICIDIO-A la cola, como todo el mundo.- Le dijo un hombre calvo, aparentemente enfadado.<br />
- Pero si yo sólo quería tirarme por el puente.- Respondió con tono contrariado.<br />
<a href="http://t2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRhItjsxMem3b0WqUTzGIVK9QfIM0jXq0-Cw8_uFq5E5eECRycZ" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="200" src="http://t2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRhItjsxMem3b0WqUTzGIVK9QfIM0jXq0-Cw8_uFq5E5eECRycZ" width="170" /></a>- ¿y?... ¿qué se cree usted, que el resto estamos curioseando?- Preguntó el primero mientras abría sus brazos y encogía los hombros.<br />
Resignado, empezó a caminar hasta encontrar la base de la cola. Allí, tras un cuarto de hora de quietud, amenizado con el trasiego de familiares llorosos, mucha ambulancia y una tormenta de flases decidió desistir, pues aunque no le faltaban ganas, era mayor su impaciencia.<br />
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Cortacuentoshttp://www.blogger.com/profile/17162467402972719409noreply@blogger.com2