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ECOS DE UN LIBRO AUTOEDITADO

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  Cuando autoeditas un libro, siempre se ciñe sobre él (o eso creemos los que lo hacemos) una sombra amplia y extensa que suele cuestionar el valor literario de este.  Conseguir que, sin tener editorial detrás, se interesen por él, y más cuando (como resultado) se le hace una reseña positiva resulta un buen espaldarazo para los desconfiados.  Incluso para uno mismo.  Aquí os dejo la reseña: RESEÑA DEL LIBRO  HABITACIÓN SIN BOMBILLAS

COSA DE UN NOMBRE (Relato perteneciente al libro Habitación sin bombillas).

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 Disculpe, ¿tiene fuego? Soy un desastre, continuamente dejo el encendedor en algún sitio lejos de mis bolsillos, y eso que mi madre siempre decía que uno solo es un hombre cuando no depende de los demás ni para lo más insignificante. Con su permiso voy a sentarme a su lado. No le importa, ¿verdad? Sí, he sido yo quien le ha citado. Me gusta la gente directa. Aunque no lo crea, esa cualidad junto con la puntualidad dice mucho de la persona. Me llamo Rodrigo. Sospecho por esa mirada que usted ya lo sabe. Pero bueno. Entiendo que es uno de esos formalismos que se emplean para entrar en calor. De todas maneras no se preocupe. Ambos somos mayores para andarnos con ese tipo de falsos protocolos, por lo que intentaré evitarlo y, como usted ha hecho, también evitaré rodeos que nos alejen de lo importante.

ENFRENTE (Ganador del VIII Concurso de Relatos Rafael Mir, 2020)

  Imagínate cruzando el paso de peatones en esa calle aledaña al hospital. Un tipo tira una colilla al suelo. ¿Ves cómo da saltitos? Parece un errante meteorito. Pide un deseo: invocas al karma. Que la mala suerte haga justicia. Cuando levantas la cabeza para decir algo al viandante, te sorprende una papelera reventada. Ante la mierda esparcida, te enciendes por dentro. Todo a tu alrededor es mierda y más mierda. El poco civismo que nos quedaba ahora campa a sus anchas a la vista de todos. Recuerdas otras fechas, otros años, en los que las revueltas, gentes en la calle y adoquines del revés, anunciaba algo grande. Desde la toma de la Bastilla hasta la marcha sobre Washington. El poder de las personas hartas. El señor de verde parpadea, como si todavía tuviéramos tiempo, pero la civilización lleva décadas caminando hacia atrás. Apresuras el paso. ¿Y ese energúmeno pitando? No entres en discusiones. No compensa gastar saliva. Míralo. ¿No te da pena? Es el tipo de homínido con carnet de

INSTRUCCIONES PARA MORIR POR AMOR (Ganador del Relato Monegrino del Concurso de Relatos de Tierra de Monegros 2016)

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Levántate tarde. Es un sábado más de julio en el que de manera inusual libras. El restaurante donde trabajas está siendo reformado. Repasa mentalmente cuando fue el último fin de semana que tuviste para ti. No lo recordarás. No te preocupes, tampoco importa. Ponte en funcionamiento, pues ocasiones como esta se presentan muy rara vez. Coge el móvil y envía un par de wasaps a los dos amigos que todavía no se han ido de vacaciones. Luego comprueba que en casa no hay nadie más. Dúchate durante un buen rato y antes de desayunar líate un cigarrillo . Piensa que no hay nada como tomar un café con tostadas y hambre atrasada de siete perros. Mira el móvil. Ninguno te ha respondido. No le des importancia, ya lo harán. Termina de vestirte y échate ese desodorante que tanto anuncian en televisión. Eres demasiado joven para dejar correr la oportunidad de triunfar un fin de semana y aunque sabes que todo lo que dicen en publicidad es susceptible de ser falso, nadie ha realizado ning

PREGUNTAS QUE TE HARÁS CUANDO YA NO SIRVA DE NADA (Finalista del VI Certamen de Realtos Alberto Fernández Ballesteros)

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Toma la lista de preguntas que te hubiera hecho. No las contestes. Que sigan vivas por lo menos ellas.   Patricia Andrada. Estarás nervioso. Muy nervioso. Tan nervioso que no sabrás discernir si los nervios son fruto de que el instructor se haya anclado a tu cuerpo y el salto sea inminente, o si el motivo de esa angustia es que sospechas que algo se te escapa pero no sabes muy bien qué es ese algo. Muy lejos de esa disyuntiva tu cerebro seguirá barruntando. Hazlo sin miedo. Pregúntate:  ¿De qué conozco yo al tipo este? .

OH! CAROL

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Si las comidas las empezara por el postre, podría decir que cuando entré hacía tiempo que Fifí ladraba haciendo honor a su sombra. De lo contrario no estaría hablando de Fifí. En el piso de abajo los golpes en la pared habían despertado al bebé. La carta que voló desde España estaba sobre la mesa que utilizaba como escritorio la señora Brown. La Señora Brown nos pedía que la llamáramos Carol. A mí me sonaba a caracol dicho por un niño muy pequeño. Ella tenía tres hijos, aunque el más pequeño todavía no decía Carol intentando decir Caracol. Tampoco lo decía sin intentar decir otra cosa. 

HABITACIÓN SIN BOMBILLAS (Relato que da nombre a un libro).

Apoyo el dedo índice sobre la barriga del interruptor. Pulso. Miro al fluorescente de la cocina. No da señales de vida. Es una luz de encendido pausado, intermitente, pero si no arranca a la primera no se enciende. Me duele la cabeza. Suele pasarme los días de lluvia. Padezco jaquecas. Miro al techo. Pienso que se habrá fundido. A veces sucede. Doy tres pasos hacia atrás, dirección al pasillo. Estiro la mano, y aprieto el interruptor. Es una luz dura, de encendido inmediato. Permanece ausente, en silencio, sin llama. A falta de respuestas se encienden las alarmas. Recorre mi espalda un escalofrío que termina en la nuca. Llueve copiosamente fuera y a mi cabeza llegan imágenes del pasado.