COMO UNA HORMIGA
“Jardines secretos…”, dije, deslizando mi voz suave sobre
sus mejillas; entretanto, mis dedos, índice y corazón, caminaban hacia sus
pechos.
“Los jardines secretos son los lugares en los que me
perdería…”, continué, cuando mi mano convertida en ciempiés destrepaba lo
ascendido, y se paseaba, errante, por el fino costado de su cuerpo, desafiando
la gravedad de una piel esquiva.
“Lugares en los que me perdería solo, sin compañía, dejando
que el tiempo…” detuve las palabras para disfrutar de los gestos que aparecían
en su rostro, mientras los cinco expedicionarios recorrían su desnuda cadera.
“… el tiempo…”, repetí, buscando el sur florido sobre su
vello púbico; “me emborrachara con su esencia” concluí cuando mis dedos
cruzaron la frontera perdiéndose en el más secreto de sus jardines.
Recuerdo este micro. Me gustó mucho, y me sigue gustando.
ResponderEliminar