LAS MUÑECAS DE LAURA

Pensando únicamente en una de ellas consumía las horas compulsivamente atendiendo a las tres restantes. Intentaba calmarlas y, con el amor de una madre, les suministraba de forma continuada mimos, piropos, caricias… para luego depositarlas sobre su regazo mientras entre sus dos alargadas manos cobijaba a otra. Pese a las nanas, al calor de su cuerpo, al acompasado ritmo marinero de cada uno de los mecidos gestos… veía como las tres estaban cada vez más nerviosas. Tal vez demandaban la presencia de su hija, manteniendo un sostenido pulso, con la tozudez que en ocasiones muestran los niños; tal vez esas muñecas de trapo, que sólo tenían vida en la cabeza de María, preferían el sosiego que le suministraba el cuerpo menudo de la pequeña Laura, o tal vez, sólo tal vez, estaban nerviosas porque nadie permanece inerte después de haber presenciado un infanticidio.



Comentarios

  1. Muy buena aportación para Triple C. Un micro con mi nombre ¡qué quieres que te diga...!, que me gusta desde el inicio ¡llámalo tontería!, pero a mí me encanta el ambiente que has creado.

    Veo que lo has etiquetado como "mordiendo el polvo". Voy a pasarme por Triple C a ver quiénes fueron finalistas porque ando un par de días que no llego... a nada.

    Un abrazo.

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  2. La verdad es que no es un mal nombre, y si encima te gusta el relato acabamos de cuadrar el círculo.

    Igual eres tú una de las que me ha hecho morder el polvo. Suerte y una perta.

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