Apoyo el dedo índice sobre la barriga del interruptor. Pulso. Miro al fluorescente de la cocina. No da señales de vida. Es una luz de encendido pausado, intermitente, pero si no arranca a la primera no se enciende. Me duele la cabeza. Suele pasarme los días de lluvia. Padezco jaquecas. Miro al techo. Pienso que se habrá fundido. A veces sucede. Doy tres pasos hacia atrás, dirección al pasillo. Estiro la mano, y aprieto el interruptor. Es una luz dura, de encendido inmediato. Permanece ausente, en silencio, sin llama. A falta de respuestas se encienden las alarmas. Recorre mi espalda un escalofrío que termina en la nuca. Llueve copiosamente fuera y a mi cabeza llegan imágenes del pasado.
Ji,ji...si Edison levantara la cabeza, estaría orgulloso de que en este mundo microbloggiano se le nombre aunque sea en formato ficción.
ResponderEliminarEdison, creo que fue un tipo un pelín amargado y que a pesar de todos sus inventos y de su pertinaz búsqueda, no vivió planamente convencido de su felicidad. Eso creo.
Besitos (seguro que mi comentario le daaría que pensar)