RITUALES DE SOBREMESA

Con el tiempo se había convertido en una ciencia exacta. Por muy ausente que ella estuviera, cuando a las cuatro de la tarde Paco abría su botella de brandy jerezano, tardaba escasos segundos en recorrer las estancias de la casa que la separaban del salón y merodear alrededor del sofá en el que él disfrutaba del exquisito elixir. Al verla llegar, encendía un cigarro y saboreaba cada uno de sus movimientos, exhalaba el humo y daba un trago a esa gran copa de balón, en la que acostumbraba a volcar una generosa cantidad del mencionado líquido, siguiendo religiosamente el mismo orden. Mientras ella, abstemia por obligación, se conformaba con los aromas.

Un día, reclamado por el ruidoso teléfono del dormitorio, Paco abandonó la habitación y dejó la copa sobre la mesa. Ella, pese a resistirse, dejó que su mirada tonteara con el cálido color de la bebida; los sugerentes tonos que arrancaba la luz al penetrar el interior del recipiente; y el puntual reflejo que conseguía frente a determinados ángulos. Finalmente sucumbió a la tentación y él, minutos más tarde, la encontró tendida boca arriba, con sus pequeñas alas venosas empapadas en alcohol.


Comentarios

  1. ¡Como que de etiqueta "mordiendo el polvo"!! Pues a mí me encanta, y creo que hay un concurso de vino por ahí perdido (¿Azpilicueta?) al que no le vendrían mal unas palabras en esta tónica que hoy nos regalas.

    Un besote desde mi copa de agua e ibuprofenos (es el frío helador que me trae de cabeza este año).

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    1. Suelo poner dicha etiqueta (que redichillo me ha quedado), cuando envió un micro a un concurso cargadito de ilusiones (siempre por exceso de expectativas fruto de mi acuciante sobrevaloración personal), y termina la realidad y el juicio de otros devolviéndome a la normalidad de la que nunca debí salir.

      Espero que te mejores, y si el frío no cesa, habrá que encontrarle el puntito.

      Una perta gorda.

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  2. Una dulce muerte, a pesar de todo. Y es que los vicios pueden matar, pero si uno es consciente de ello se puede hasta disfrutar en los últimos días.

    Coincido con Laura, en que este relato podría encajar en ese concurso, aunque me temo que recortándolo.

    Un fuerte abrazo.

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    1. La verdad es que sí. Parece que la vida de otros, cuanto más anímales más feliz parece, sobre todo en estos tiempos de compleja anulación mediática.

      Supongo que habiendo participado ya en un concurso "Cardenal Mendoza", de forma fallida, en pocos lugares le querrían acoger. Gracias de todas formas por el chivatazo.

      Una perta gorda.

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