POLICÍA O "SECARIA (Segundo premio del I Concurso Internacional de Relatos Cortos Sobre la Violencia de Género de la Fundación Luz Casanova)
El cole me empieza a aburrir, siempre tenemos muchos deberes
y cada vez jugamos menos, pero hoy la seño nos ha mandado una actividad muy “guay”. Nos ha encargado para mañana que
pensemos qué queremos ser de mayores. En el recreo algunas compañeras me han
dicho que quieren ser princesas salvo Laura, Nuria y María que quieren ser
maestras; Esther que quiere ser futbolista y Lola que va a trabajar en el circo
como sus padres. Yo he estado a punto de decirles que ser princesa es lo peor
del mundo, que no se crean que es todo como lo pintan en los cuentos, que los
cuentos siempre mienten ¿o han visto algún dragón o algún duende con siete
años?
Pero al final no se lo he dicho, ¿para qué?, no me iban a hacer caso.
Nunca me lo hacen. Ni aunque les hubiera dicho que mi madre es princesa me
hubieran creído. Peor para ellas. Yo todavía no lo tengo claro pues antes
necesito saber que significa “secario”. Se lo podría preguntar a mi mamá, pero
no quiero molestarla con esas cosas, porque ya tiene demasiado en qué pensar.
Además prefiero que sea una sorpresa, y si al final decido ser “secaria”, que
se entere dentro de unos años. Si en el cole nos hubieran enseñado a utilizar
el diccionario lo podría encontrar rápido. Lo mejor es que busque el
diccionario y se lo lleve mañana a María, pues como es la más lista de la clase
seguro que ella ya sabe cómo encontrarlo, y con lo que ponga decidiré lo que
quiero ser. Lo que tengo claro es que decida lo que decida no voy a ser
princesa porque no es divertido. Mi madre desde que es princesa siempre está
triste o de malhumor, y cada vez habla menos conmigo. Bueno conmigo y con el
resto de las personas. A la única que le cuenta sus cosas es a Pepi, una vecina
del edificio que al parecer fue con ella al colegio. Antes era peluquera,
cuando yo no tenía padre, y todo era diferente. Ella hablaba mucho. Una
cotorrilla decía mi abuelo, y vestía ropa de muchos colores y se maquillaba
bastante y tenía siempre una sonrisa en la boca. Pero desde que es princesa todo
ha cambiado. Ya no queda para ir a cenar con los amigos, y a mí no me deja en
casa de los abuelos nunca. De hecho antes iba todas las semanas y ahora los veo
muy poquito. Y es que el cargo de princesa es un rollo. Mi padrastro al
principio siempre decía: “princesa con quién hablas”; “princesa no te pongas
esto”; “hoy no toca salir de casa princesa”... y así poco a poco ha convertido
a mi madre en otra persona. Está siempre viendo la tele, y de vez en cuando
rompe a llorar. Tal vez es porque como dice la seño cada uno debe ser lo que
quiera ser, y no lo que otros deseen, y en este caso igual mi madre prefiere
ser peluquera, pero es princesa para contentar a mi padrastro. Yo para que no
esté triste intento que se distraiga jugando conmigo, pero ella nunca quiere. A
lo mejor la culpa de todo es mía, pues como decía la abuela me tuvo demasiado
joven. Pero eso lo voy a arreglar, por eso mañana le diré a la profe que de
mayor quiero ser policía o “secaria”. Y quiero ser una de las dos porque mi
madre cuando habla con Pepi, y yo me coloco detrás de la puerta con los dibujos
en el salón muy altos para que crean que los estoy viendo, le cuenta como mi
padre adoptivo le grita o la empuja, y le dice que le gustaría denunciarlo,
pero no tiene fuerzas. Pepi le dice que si ella no lo denuncia, un día se
plantará en comisaría y lo denunciará en su nombre. Yo creo que es porque mi
madre es muy tímida, y como cada vez habla menos, cada vez es más tímida. Si yo
fuera policía todo sería más fácil. Además Pepi le dice que esto si no lo corta
va a ir a más. Tal vez por eso el otro día la pelea fue más fuerte, y se pasó
tres días con gafas de sol dentro de casa. Pepi cuando la vio se puso hecha una
fiera y se le ocurrió una idea. Consistía en pagar a un “secario” para resolver
el problema. Luego se lamentaron porque no tenían dinero para hacerlo, pues
ninguna de las dos trabaja. Por eso quiero saber que significa “secario”. Yo
supongo que es una persona que consigue cambiar a la gente, y hacer que sus
promesas se cumplan o algo así ya que mi padrastro más de una vez le ha dicho
que lo siente y que va a cambiar, pero al final siempre le grita y le habla
mal. Me sorprende que en los libros eso nunca te lo cuenten. Si lo hicieran,
mis amigas no querrían ser princesas. Yo viendo lo mal que lo pasa preferiría
que él en vez de príncipe fuera una rana. Una rana verde y pequeñita que la
hiciera reír. Y aunque siempre dice que es él quien trae el dinero a casa, eso
no es importante, porque mi madre puede volver a ser peluquera, y mantenernos a
mí y a la rana. Pero para salir de dudas y decidir cómo ayudarla tengo que
encontrar el diccionario o preguntarle mañana a la seño directamente que es un
“secario”. Aunque mi madre siempre me dice que tengo que valerme por mí misma.
Aunque en este caso es complicado, pues si no sé buscar en el diccionario ni
puedo preguntarle a los que más saben ¿qué voy a hacer? Supongo que lo más
fácil sería elegir ser policía y meterle en la cárcel hasta que cambie. Además
seguro que en la cárcel hay “secarios” trabajando que le ayudan a cumplir sus
promesas.
Me encanto!
ResponderEliminarGracias Carmen. Me alegra que te haya gustado.
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