DE ACCIDENTES Y MILAGROS
Hasta chocarse con una pila de maderos no detuvo el coche; tras de sí la puerta de aluminio reventada, una vaca quebrada mugiendo en el prado y la alambrada tendida sobre el suelo, apuntando hacia donde yacía el vehículo. Pese a la aparente quietud del mismo, se abrió de repente una puerta que vomitó un hombre de paso serpenteante, con los mismos caminares que lucía tras abandonar la última cantina. Al otro lado de la finca se escuchó bajo una boina:” gracias a Dios el muy cabrón no se ha hecho nada”. Mientras el mencionado, milagrosamente en pie, se atusaba el alzacuellos.
Protección divina y divina protección.
ResponderEliminarMe has arrancado una buena sonrisa de tarde de miércoles, Cortacuentos.
Un abrazo,
Gracias Pedro. No hay nada como una buena sonrisa. Espero que caiga alguna más.
EliminarUna perta.
Un microrrelato que dentro de la escena más o menos trágica me ha arrancado una sonrisa. Y es que no hay nada como observar un episodio dramático desde fuera como para reirse.
ResponderEliminarUn abrazo.
No te preocupes. En este caso el accidente quedó en poco, salvo para la vaca. Por lo demás... un cura y sus aficiones.
EliminarUna perta.